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El CSIC y Meis ensayan la respuesta de uvas gallegas desconocidas al cambio climático

La Misión Biológica planta en una parcela una serie de patrones recogidos durante los últimos años en la comunidad autónoma

Paula Fandiño, a principios de este año, con el viñedo del Pazo do Monte a sus espaldas. // Iñaki Abella

Evidente y letal para muchos, irreal y en todo caso lejano en el tiempo para otros, el cambio climático ya afecta a los vinos Rías Baixas. Así lo aseguran sin género de dudas enólogos, bodegueros y sumilleres consultados por FARO, como Jorge Hervella, Paula Fandiño o José Luis Aragunde. Una realidad que obliga al sector a adaptarse a las nuevas reglas impuestas por la naturaleza. En este sentido, la bodega Mar de Frades y la Misión Biológica de Galicia plantarán el año próximo en una finca de Ribadumia distintas variedades de uvas gallegas desconocidas para estudiar, entre otras cosas, su adaptación al cambio climático.

La plantación se hará en el Pazo do Monte, una enorme propiedad situada a orillas del río Umia adquirida por Mar de Frades a finales de 2017, y que ha reservado 5.000 metros cuadrados de la parcela para esta investigación científica. La bodega de Meis y la Misión Biológica de Galicia (dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC) llevan meses colaborando en los protocolos del proyecto, y los trabajos de campo empezarán en 2020.

Durante años, la Misión Biológica ha atesorado el material genético de diferentes variedades de uvas encontradas a lo largo y ancho de Galicia, y de las que se desconoce prácticamente todo, incluso su nombre o si alguna vez fueron catalogadas. Los investigadores del CSIC aportarán los patrones y los portainjertos de estas plantas, y Mar de Frades cederá la finca.

Después, tocará armarse de paciencia y esperar a que las plantas crezcan y sean productivas. Una vez den las primeras uvas y se pueda vinificar el resultado, los técnicos de las dos entidades estudiarán, entre otras cuestiones, la capacidad de cada variedad para resistir los rigores meteorológicos que anuncia el cambio climático.

Para la gerente de Mar de Frades, la enóloga Paula Fandiño, los efectos del calentamiento global sobre los viñedos de Rías Baixas son innegables, y no se puede ignorar el riesgo que eso entraña. "El cambio climático no ha favorecido ni a la denominación de origen Rías Baixas ni a los vinos albariños. Tenemos que ser capaces de adaptarnos a las nuevas condiciones climáticas manteniendo el perfil varietal de nuestros vinos".

Se vendimia antes

El primer efecto del cambio climático sobre el viñedo, según Paula Fandiño, se produce en la propia planta. "La maduración se ha adelantado claramente", afirma. Tanto es así que "las vendimias empiezan ahora entre dos y tres semanas antes" que a mediados de los años 80 o los 90, cuando nació y dio sus primeros pasos la denominación de origen Rías Baixas.

El enólogo Jorge Hervella y el sumiller José Luis Aragunde coinciden con la gerente de Mar de Frades en que los vinos albariños de hoy no son como los del siglo pasado. Hervella plantea que "el grado alcohólico probable es superior al de hace una década", y que si hace unos años podía llegar a ser complicado alcanzar los 12 grados para algunos caldos, "hoy se llega con facilidad a los 13 o 13 y medio". En consecuencia, a medida que aumenta el grado alcohólico, baja la acidez de los vinos, que ha sido siempre una de las características más apreciadas de los Rías Baixas. "Sin esa acidez, nuestros vinos perderían la frescura, que es uno de los principales pluses de nuestra variedad", sostiene José Luis Aragunde.

Así las cosas, el cambio climático no solo adelanta la vendimia, en algunos casos incluso al mes de agosto, sino que también puede afectar a la columna vertebral de lo que han sido históricamente los albariños Rías Baixas: su graduación, su acidez y su perfil aromático. ¿Podría entonces el calentamiento global desdibujar los albariños hasta el extremo de que dejasen de ser reconocibles para el consumidor? José Luis Aragunde está convencido de que podría llegar a suceder, pero que está en las manos de viticultores, enólogos y bodegueros evitarlo.

"El albariño no puede llegar a los 14 grados, como está sucediendo. Si eso pasa, obtendremos vinos más pesados, menos bebibles, sin ese toque de frescura que los hace tan especiales. Eso podemos evitarlo con determinadas técnicas de viticultura". Una estrategia que se ha popularizado mucho en los últimos años es, precisamente, la de vendimiar temprano. El diagnóstico de Hervella tampoco es apocalíptico. "Los cambios climáticos son muy lentos, tenues, con lo que la cepa tiene tiempo suficiente para adaptarse a la meteorología".

Contra el exceso de alcohol

José Luis Aragunde recuerda que "hasta no hace mucho, las bodegas pagaban al viticultor más cuanta mayor graduación tuviese su uva, pero ahora es lo contrario, y se penaliza a los productores que entran en bodega con uva por encima de los 13 grados". Ya sea por el temor a perder las señas de identidad de los Rías Baixas o porque los mercados están demandando vinos más ligeros, son muchas las bodegas que tratan de combatir la sobremaduración facilitada por el tiempo más seco y cálido con estímulos a los agricultores.

Finalmente, la mayor virulencia de ciertas plagas, como la del "trips", puede ser otro síntoma, según Paula Fandiño, de que el cambio climático no es una amenaza difusa en el horizonte, sino una realidad del presente.

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