La residencia Valle-Inclán cerró ayer, de forma definitiva, sus puertas tras concluir las tareas de traslado de los los usuarios a otras dependencias de la comunidad autónoma. Los últimos años de la residencia estuvieron marcados por una gran cantidad de litigios, especialmente, los laborales que acabaron convirtiéndose en uno de los grandes problemas para que se mantuviese abierta. La Xunta acabó interviniendo y decidió presionar a la empresa propietaria al cierre. Las instalaciones tendrán en los próximos días un nuevo propietario, una firma canadiense, aunque afincada en Madrid, cuyas intenciones para el edificio de As Sinas se desconocen.