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Los olivares de la concordia dan su fruto

Setecoros espera recoger unos 400 kilogramos de aceitunas

Setecoros comenzó ayer a recoger la tercera cosecha de olivas. // Noé Parga

Sobre 400 kilogramos de olivas. Esa es la estimación más prudente que realiza Paulino Sánchez, el párroco de Setecoros, en el municipio de Valga, tras iniciar una nueva cosecha, la tercera desde que se realizó la plantación, en el que se conoce como "Olivar de la Concordia". El párroco de Setecoros, ayudado por un grupo de vecinos, inició ayer los trabajos de recolección en la plantación de la finca del iglesario, que cumple ya más de cuatro años.

"Se puede decir que esta será la primera cosecha real", explicaba ayer el cura párroco, ya que las dos anteriores fueron bastante escasas. La primera de ellas, la de 2017, fue demasiado prematura y sumó tan solo 180 kilogramos de olivas, que acabaron convirtiéndose en 25 litros de aceite. El pasado año, los resultados todavía fueron peores, ya que las condiciones meteorológicas no acompañaron e impidieron la floración de los árboles.

En esta ocasión, Sánchez espera que los resultados sean mucho mejores. Esa esperanza se basa tan solo en "echar una ojeada a los olivos, cargados de frutos, especialmente los árboles de la variedad denominada como arbequina, la que mejor resultados ha dado hasta el momento". Por primera vez se están utilizando medios mecánicos para llevar a cabo la cosecha. Para ello se ha adquirido un vareador eléctrico que sacude las ramos de los olivos y hace caer el fruto sobre unas redes previamente extendidas en el suelo. La intención es finalizar esos trabajos a lo largo del día de hoy, iniciando mañana la fase de procesamiento y producción del aceite que, tras los necesarios meses de reposo, se podrá comercializar a partir de febrero de 2020, calcula el párroco. "Se trata de un aceite selecto, certificado por un laboratorio de Jaén como de alta calidad", aseguraba ayer Sánchez.

El denominado como "Olivar de la Concordia" surgió hace cuatro años y medio por iniciativa del cura de Setecoros. A su llegada a la parroquia, en el año 2013, "la finca del iglesario estaba abandonada, algo que era inaceptable para mi, por lo que decidimos buscarle una solución". Durante dos años, el párroco y un grupo de vecinos sopesaron la posibilidad de introducir diferentes cultivos que pudiesen adaptarse a la zona y contribuir a la autofinanciación de la parroquia. En abril de 2015 se dio el paso y se realizó la plantación de cerca de un millar de olivos de tres variedades diferentes: la portuguesa o cobrançoca, la italiana o frantoio y la española o arbequina. "Las tres variedades se han adaptado bien, especialmente la arbequina, que es con la que estamos alcanzando una mayor producción, ya que las otras dos van algo más lentas, aunque ofrecen indicios de que van a ser productivas".

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