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Romanos en Arousa: industriales de la sal y destructores

La presencia del Imperio en Arousa está aún poco estudiada

Trabajos arqueológicos en Monte do Castro (Ribadumia). // Iñaki Abella

Hace apenas diez años, el Monte do Castro, en Ribadumia, era una colina cubierta de árboles y matorral. Hoy, tras varias campañas de intensas excavaciones, es uno de los yacimientos arqueológicos más vistosos de la provincia. Y, entre sus piedras, los arqueólogos encontraron una "dolabra", un arma romana nunca vista hasta entonces en Galicia. El equipo de investigadores que lideraba entonces Rafael Rodríguez planteó la tesis de que los legionarios habían sido hasta allí para arrasar el poblado.

De hecho, incendiaron por completo el castro y asesinaron a muchos de sus moradores. El Monte do Castro, con unos 400 habitantes, era entonces uno de los asentamientos más ricos e importantes de lo que ahora es O Salnés. Con su sangrienta acción de guerra, los romanos querían mostrar al resto de indígenas de la zona que más les valía ceñirse a la nueva ley.

A mediados de octubre, un colectivo de investigadores conocido como Roman Army hizo públicos los resultados de un intenso trabajo de años que iniciaron en las bibliotecas y que continuaron recorriendo a pie los montes de media Galicia. Fruto de esa búsqueda, localizaron una decena de campamentos militares romanos desconocidos hasta entonces. Ninguno de ellos estaba en O Salnés, pero eso no significa que la presencia romana fuese tibia ni testimonial en la comarca arousana.

En O Salnés hay múltiples huellas de presencia romana, aunque sea una materia poco estudiada desde un punto de vista integral. Sí existen trabajos a raíz de determinados hallazgos o sobre los yacimientos más importantes, pero no se ha hecho ninguno que aporte una visión panorámica sobre el paso del Imperio por Arousa.

Sea como fuere, los testimonios son numerosos. El más conocido es probablemente Adro Vello, situado en el tranquilo entorno natural de O Carreiro, en la costa de O Grove. Además de necrópolis, fue una villa romana y una industria salazonera. Tras mostrar su rostro más duro e implacable, los conquistadores se convirtieron en industriales de la sal, y se cree que la extrajeron también de A Lanzada.

La sal, hace 2.000 años, era un artículo imprescindible para la vida diaria, pues se necesitaba para conservar la carne y el pescado, para curtir pieles y hasta para elaborar medicinas. Algunos investigadores sostienen que el topónimo de O Salnés procede precisamente de sus viejas salinas.

También aparecieron vestigios romanos importantes en Cálago, junto a los restos de la torre de O Campanario, donde se supone que nació el pueblo de Vilanova, y el siglo pasado se localizó un tesorillo de más de 700 monedas en Tremoedo, también en Vilanova. En 2015, dos investigadores, uno de ellos el cambadés José Manuel Costa, documentaron el descubrimiento de una serie de monedas tardoimperiales en el lugar de Fornos (Vilariño, Cambados), en un valle próximo al curso bajo del río Umia. En ese mismo municipio, hay una necrópolis en la parroquia de Oubiña.

En Baión (Vilanova), existen topónimos que evidenciarían la existencia de antiguos asentamientos latinos, como O Pereiro, O Sixto o Framil, tal y como defendió el Cronista Oficial de Vilanova, Xosé Lois Vila Fariña, ya fallecido.

Otros hallazgos se han documentado en Eiviño (Vilagarcía), y en la isla de Cortegada se encontró un ánfora. Asimismo, se han escrito ríos de tinta sobre el ara de Trabanca Badiña -una piedra consagrada-, supuestamente encontrada a finales del siglo XIX, y perdida para siempre a principios del XX. Incluso hay quien sostiene que en realidad es una leyenda.

Pero, ¿por qué no hay campamentos en O Salnés? David González, miembro de Instituto de Ciencias del Patrimonio, que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) explica que los campamentos militares se levantaban en pocas horas con materiales endebles. El paso del tiempo y la intensísima ocupación humana del territorio de O Salnés quizás los borraron para siempre.

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