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El campo arousano empieza a recoger los frutos de otoño

La campaña del kiwi arranca en O Salnés con poca fruta y la amenaza de la bacteria PSA

- Los temporales de la primavera diezmaron la producción en más de un 30%, según algunos cosecheros -La enfermedad aparecida en 2011 en Oia ya obliga a tratar algunas plantaciones en el entorno de Cambados

Celestino Abad, ayer en su plantación de kiwi de A Torre (Vilagarcía). // Noé Parga

La recolección del kiwi empezó esta semana en O Salnés. La recogida pondrá el broche a un año que ha deparado más de un disgusto a los productores. De un lado, los temporales de primavera han mermado mucho la producción; por otro, la bacteria PSA ha dejado de ser únicamente una amenaza más o menos difusa, y ya es una realidad en la comarca.

La cooperativa arousana Horsal recibió los primeros lotes de kiwi anteayer lunes, procedentes de una cosechera de Barro, y prevé que durante los próximos días se vayan incorporando a la recolección los demás socios con fruta. El grueso de la vendimia será durante la semana próxima.

El gerente de Horsal, Fernando Veiga, señala que el kiwi arousano ya ronda los 9 grados Brix -una unidad de medida para los azúcares de la fruta-, de modo que alcanzará entre los 11 y los 12 cuando llegue a las tiendas y supermercados. Del mismo modo, resalta que técnicos y agricultores coinciden en que, "la producción es menor que la del año pasado".

A falta de que avance la recolección y se puedan hacer cálculos más exactos, en Horsal estiman que hay entre un 10 y un 20 por ciento menos de kiwi que en el otoño en 2018. Eso sí, el tamaño de los frutos es este año sensiblemente mayor.

Sin embargo, hay productores que realizan un diagnóstico más sombrío. Es el caso del cambadés Ramiro Gómez, que cuenta con hectárea y media de terreno dedicado a la fruta originaria de Nueva Zelanda, y que está convencido de que, "va a ser una cosecha malísima". Tanto es así que vaticina un descenso de más del 30 por ciento en la producción con respecto a 2018. "En primavera vinieron los temporales justo cuando las plantas estaban echando la flor, y tiraron mucha producción".

Por si esto fuese poco, Ramiro Gómez se ha visto obligado también a tratar su plantación con productos fitosanitarios de cobre, tras detectar en los arbustos la temible bacteria Psa.

La Pseudomonas syringae pv. actimidiae (PSA) es una enfermedad exótica que se vio por primera vez en España en 2011. Fue localizada en una finca de Oia, en el sur de la provincia de Pontevedra, y poco a poco se extendió por otras poblaciones colindantes ricas en kiwi, como Tomiño y O Rosal.

O Salnés parecía haberse salvado hasta ahora de la plaga, aunque una investigadora gallega, Aitana Ares, había localizado algunos episodios en Ribadumia en el desarrollo de su tesis doctoral, aunque los indicios apuntan ahora a que la bacteria se ha extendido más.

La PSA adopta la forma de un hongo adherido a la cepa, y puede llegar a matar la planta. En otras ocasiones, produce en ella úlceras crónicas. En Nueva Zelanda se le teme tanto que están intentando desarrollar nuevas variedades genéticamente más resistentes a la enfermedad.

Ramiro Gómez señala que con los tratamientos fitosanitarios, "se controla la bacteria", pero que su llegada supone un antes y un después para los agricultores, que deberán vigilar con mayor asiduidad una planta que, por así decirlo, tradicionalmente solo daba trabajo cuando había que podarla.

Para combatir adecuadamente la bacteria, cuando esta se manifiesta en forma de hongo o úlcera en la planta, hay que retirar y quemar las hojas y restos de poda, y desinfectar las herramientas empleadas, para evitar que el patógeno quede en la tierra o se propague a otras zonas con el viento o la lluvia.

La afectación de la PSA no es, en todo caso, aún generalizada, y son varios los agricultores que afirman que sus plantas están limpias. El propio Fernando Veiga, de Horsal, señala que los cooperativistas no han trasladado a los técnicos una incidencia especial de bacteriosis.

Otros productores

María Delia Martínez, de Barro, que es quien ha abierto la campaña para la cooperativa Horsal el lunes, estima que hay un 15 por ciento menos de fruta. "El viento de primavera me hizo un desastre en el parral". A cambio, aduce que "la fruta que quedó es grande y tiene muy buen sabor".

Celestino Abad, de A Torre (Vilagarcía) declara también que las piezas que sobrevivieron a los temporales de la primera mitad de año, "tienen buen tamaño y son muy sabrosas", pero que hay poco kiwi. "En mi plantación hay menos de la mitad que el año pasado", sentencia.

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