Ramón Pintos va a cumplir 61 años y vive en Besomaño, una aldea de Ribadumia que según él mismo reconoce "está desierta". "Cuando era pequeño en todas las casas había 6, 7 u 8 personas y ahora he contado 23 deshabitadas. Niños con menos de cinco años debe de haber seis o siete, y menores de 18 no llegan a veinte", lamenta.

Pese a los malos tiempos que corren para la parroquia, es un firme defensor de la misma. "Es una preciosidad, las vistas son maravillosas, ves A Toxa y O Grove... Es una pena que estemos tan atrasados, aunque tengo esperanzas de que este alcalde haga algo".

Considera que una de las causas de la desertización de Besomaño es la falta de solares en los que se permite construir. "Más de quince jóvenes se marcharon porque no había donde hacer casas", advierte Pintos.

En relación al envejecimiento, "quedan vivas dos personas de 85 años; en dos años murieron 25 vecinos y solo nació un bebé". "Esto está muerto. Solo tenemos una panadería, una bodega y una casa de turismo rural. Y para ir al supermercado tengo que ir a Lois".