Mariluz Arias regenta junto con su marido uno de los pocos negocios que funcionan en Vilaxoán. Hace cuatro años hicieron las maletas para trasladarse con sus hijos de su Barco de Valdeorras natal (en Ourense) a la plaza de Rafael Pazos de Vilaxoán para abrir una panadería. "Vimos que era una buena zona para trabajar porque aunque pertenece a Vilagarcía, en realidad funciona como un pueblo aparte, aquí es todo muy familiar", comenta la panadera.

Solamente en este corto periodo de cuatro años, reconoce haber notado el descenso de población: "La gente que se muere no se compensa con nuevos vecinos", comenta esta nueva vecina enamorada de Vilaxoán: "Es un sitio muy bonito, con un gran paseo y una playa limpia".