El salón José Peña, de Cambados, acoge hasta el 20 de octubre una exposición sobre el Santa Isabel, un vapor que se hundió en enero de 1921 frente a la isla de Sálvora, con el trágico balance de más de 200 personas muertas. Coincidiendo con la muestra, el viernes dieron una charla en Cambados Paula Cons y Juan de Dios, directora y productor de una película sobre el Santa Isabel que se ha rodado durante los últimos meses en Sálvora y O Grove, entre otras localizaciones. Está previsto que la cinta se estrene en las salas comerciales durante la primavera de 2020 con el título de "La isla de las mentiras".

-¿Cómo llegó a la historia del Santa Isabel ?

-Todo empezó por una amiga periodista, que había ido a ver la exposición de Celestino Viéitez (la misma que puede visitarse estos días en Cambados). Al principio, no terminaba de creérmelo, porque siempre he sido una persona muy interesada en la historia, pero ese episodio era para mí completamente desconocido. Después, me entusiasmó precisamente lo poco conocido que era.

-A menudo se habla del Santa Isabel como del Titanic gallego, por la envergadura de ambas tragedias y el número de víctimas. ¿Se parece algo su película a la de James Cameron?

-No, nosotros hablamos de lo que pasa después del naufragio. El barco es una excusa, los verdaderos protagonistas son la isla y las tres mujeres que salieron a auxiliar a los náufragos. El título de "El Santa Isabel" no refleja lo que es la película, y vamos a cambiarlo por "La isla de las mentiras".

-La catástrofe del Santa Isabel es poco conocida, pero aún lo es menos que tres mujeres salvaron a docenas de personas de una muerte segura. ¿Sería más recordado lo sucedido aquella noche si los héroes fuesen hombres?

-Totalmente, todo habría sido distinto. Los homenajes que se le hicieron a las tres mujeres fueron disparatados, y se tuvo con ellas un comportamiento un tanto paternalista.

-¿También la historia se escribe en clave de género?

-Sí, pero en todos los sentidos. Por un lado, no han sido recordadas para lo bueno. Pero hubo un momento en el que empezó a cuajar la envidia, tanto dentro de la isla como en la costa, y se empezó a hablar de que se le había robado a los muertos, y la historia tampoco estaba preparada para aceptar un relato en el que unas mujeres pudiesen haber hecho algo así. Así que fueron borradas de la historia tanto para lo bueno como para lo malo.

-Ha firmado trabajos sobre Eduardo Barreiros, sobre el wolframio... Y ahora se embarca en una ficción sobre el Santa Isabel . ¿Ha sido natural o buscado este viraje hacia la ficción?

-Ya había escrito una película, "Lobos sucios" y tenía muchas ganas de dirigir una. Me apetecía y mi compañero en la producción, Juan de Dios, me dio el último empujón.

-Quienes la hayan conocido por su documental sobre el wolframio quizás vayan a las salas pensando que el film sobre el Santa Isabel está hecho en las mismas claves.

-"La isla de las mentiras" es una película, no un documental. Está inspirada y arranca en unos hechos reales, pero fabulo muchísimo. Los que quieran conocer la historia real del naufragio tendrán que acudir a los libros, al de José María Fernández Pazos, a Tino Viéitez... "La isla de las mentiras" está inspirada libremente en hechos reales.

-Ha llevado a las pantallas la historia del Henry Ford gallego, del tráfico de wolframio durante la Segunda Guerra Mundial, desenterrando personajes o episodios poco conocidos de nuestro pasado. ¿Conocen aún los gallegos mejor la historia ajena que la propia?

-El autoodio es real, y no nos damos cuenta de que tenemos cerca una historia propia que es alucinante. Creo que tenemos que mirar más hacia nosotros mismos. Algo que pretendía mostrar con esta película es que una mujer con una pañoleta en la cabeza y vestida completamente de negro puede ser protagonista de una película trepidante.

-¿Hay algún período histórico gallego que le parezca especialmente fascinante?

-Hay muchos, pero llevar a la pantalla algunos de ellos resultaría carísimo. Estoy pensando por ejemplo en la revuelta Irmandiña, que tanto iba a sorprender a todos aquellos que ven a los gallegos como personas tranquilas y hasta sumisas. Soy periodista, y quizás por eso siempre me gustará sacar mis historias de nuestra realidad, de nuestra historia o de nuestra idiosincrasia.

-En el Santa Isabel encontraron la muerte cientos de personas que viajaban rumbo a la emigración a Buenos Aires. ¿Deberían ver su película los que hoy abogan por cerrar las fronteras a las embarcaciones llenas de inmigrantes africanos y asiáticos?

-Claro, a los que hoy creen que somos superiores y miran por encima del hombro a los que llegan de América, querría decirles que en mi película América es el glamur y el avance, y somos nosotros los que estamos atrás. Hace solo cien años, éramos nosotros los que íbamos y moríamos como ratas en los barcos. Cuando haces una película de época hay que buscar un anclaje con el mundo contemporáneo. Del mismo modo que en la película se reflexiona sobre el abandono que sufría nuestra costa. En aquel momento, había en Sálvora un único faro en funcionamiento, de 1,90 metros de alto, que era casi como no tener nada. El grande llevaba 16 años sin funcionar porque le faltaba una pieza.

-¿Generó la tragedia del Santa Isabel un trauma colectivo en la sociedad arousana de la época?

-En aquellos momentos no se manejaban esos términos, pero estoy convencida de que las tres mujeres de Sálvora que salieron a auxiliar a los náufragos sí quedaron traumatizadas, y de hecho se cerraron en banda a hablar de ello. La sociedad gallega ha convivido desde siempre con los naufragios, pero esas tres mujeres y unos pocos más vieron bebés ahogados, tuvieron que soltar a personas que desesperadas las arrastraban hacia el fondo... Tuvieron que ser unos momentos terribles para ellas.