José Antonio Abal vive prácticamente al lado de la casa del incendio. El martes se levantó temprano para trabajar, y cuenta que sobre las 6.40 horas, "mi mujer escuchó un ruido y al mirar por la ventana ya vio la casa ardiendo". Él mismo llamó al 112, y salió corriendo a la calle.

Se reunió con él un familiar suyo, vecino también del lugar de As Laxes, y fueron los primeros que vieron al matrimonio mayor. Estaban en el rellano de la puerta, en el primer piso, "y estaban gritando que su hija estaba quemada allí dentro".

José Antonio Abal y el otro vecino indicaron a la pareja que tenían que salir de allí, "porque estaban en peligro", y tras ayudarles a bajar las escaleras, se aventuraron en el interior de la vivienda. El cambadés, que es encargado de una empresa de construcción, sostiene que "intentamos entrar en la habitación en la que supuestamente tenía que estar la hija y la puerta estaba entreabierta, pero cada vez que la empujábamos para pasar salían las llamas".

El vecino explica que el padre incluso se metió también en la casa, y que lo encontraron parado, con una zapatilla en la mano, "como si estuviese buscando algo". Así que lo llevaron de nuevo fuera.

José Antonio Abal admite que se sintió contrariado después de haberse metido en una casa en llamas y descubrir que presuntamente el fuego lo causó la persona por la que puso en riesgo su vida. "También me choca la decisión de dejarla libre así". Inhaló tanto humo que durante el martes tuvo mucha tos e incluso un dolor intenso en el pecho.