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Un vilagarciano descubre que su inquilino convirtió su piso en un vertedero de latas

El arrendatario, que había dejado de pagar mensualmente, llevaba años acumulando basura -Los botes y botellas de cerveza se cuentan por centenares dentro del inmueble

Todas las habitaciones mostraban el estado de abandono. // I. Abella

El propietario de un piso en la avenida de A Mariña ha sido víctima de los efectos del trastorno conductual conocido como Síndrome de Diógenes que padece su último inquilino. Residente en el inmueble hasta hace escasamente unos días, ha venido acumulando centenares de kilos de basura en el interior de la vivienda desde su llegada al piso hace poco más de cuatro años. Además, el propietario lleva varios días tratando de localizar al hombre sin éxito.

Desperdicios de todo tipo, pero especialmente miles de latas y botellas de cerveza, componían el tremebundo aspecto que se encontró el propietario del piso una vez consiguió acceder al mismo, dado que incluso resultó complicado por la acumulación de basura que prácticamente impedía abrir la puerta de entrada.

El inquilino vivía solo e incluso llegó a entablar una buena amistad con su casero, Ramón Fernández, quien todavía recuerda como se produjo el acuerdo en la primera ocasión. "Tenía en torno a los cuarenta años y me dijo que acababa de llegar de Bilbao. Buscaba un piso no muy grande porque venía solo, sin familia, y llegamos a un acuerdo. Me dijo que era panadero y que tenía trabajo".

Hasta los tres últimos meses, el habitante del piso cumplió en tiempo y regla con el pago del alquiler mensual. "Nunca hubo problemas salvo ahora, al final. Me dijo que había tenido problemas en el trabajo y que se había quedado en el paro, pero que no estaba cobrando nada porque le quedaba por cotizar un día para poder acceder a una paga. Incluso le ayudé en temas de buscar ayudas sociales, pero estaba bastante desmotivado".

El mal olor que se desprendía en las zonas comunes del edificio, así como diferentes recipientes de cocinar acumulados en las ventanas, llamaron la atención del propietario que vio por última vez a su inquilino a principios de esta semana. "Olía fatal por la escalera. Hacía tiempo que no lo veía y me lo encontré en la playa hace cuatro o cinco días. Le dije que me debía dos meses y fue cuando me comentó que ya no estaba durmiendo en el piso y que estaba buscando cualquier lugar para vivir en la calle".

Reconoce Ramón Fernández que su arrendatario había perdido su orden vital en los últimos años, "hacía mucha vida en la calle sin más preocupación que llevar una vida bohemia en ambientes poco recomendables. La última vez que lo vi le dije si quería que le ayudase a buscar un trabajo, pero no estaba nada colaborativo y que ya vería como se las arreglaba, pero que me iba a pagar lo que me debía. Pero eso para mí no era la mayor preocupación, le dije que se cuidara porque le vi realmente mal".

Reconoce Ramón Fernández que el entrar en su piso tras conocer en las últimas horas que su alquilado ya no moraba allí, le supuso un impacto emocional brutal. "Se me cayeron las lágrimas nada más abrir la puerta. Estaba todo lleno de basura. Tiene dos alturas el piso y era imposible acceder arriba por las escaleras de todas las latas, botellas y desperdicios que había allí acumulados. Tampoco se puede entrar al baño y todo lo que trabajé para alquilar el piso lo mejor posible está todo destrozado. Las alacenas de la cocina destrozadas, llenas de botellas. El piso era un auténtico vertedero".

Ramón Fernández, preocupado por el estado vital del que era su alquilado, está tratando la posibilidad de contactar con la familia en Bilbao para que traten de localizarle y ayudarle ante la situación de abandono por la que atraviesa. "Considero que es una buena persona y que necesita ayuda. Sé que ha dejado el piso como lo ha dejado, pero creo que por encima de los bienes materiales está la persona y eso es lo que realmente me preocupa más ahora mismo".

Otro de los motivos de alarma fueron los ladridos de un perro de raza labrador que el propio alquilado había dejado abandonado en el interior del inmueble en los últimos días.

Por si fuera poco, la historia de este perro ayuda a comprender aún más la ayuda que en todo momento le brindó el propietario a su inquilino. Ramón Fernández apunta al respecto que "criamos perros de distintas razas y hablé con mi mujer y entendimos que igual un perro le hacía compañía porque sabíamos que estaba solo en Vilagarcía y siempre ayuda a tener un poco más de compañía".

El ofrecimiento fue de buen agrado por parte del arrendatario, "por 300 euros, le dimos un perro precioso Labrador que nos pagó en cómodos plazos. Siempre me repetía que tener el perro era lo mejor que le había pasado en la vida. Estaba encantado con él y nos dijo que desde Bilbao le habían llegado a ofrecer 12.000 euros por él".

Apunta también el propietario que "cuando llegué el perro estaba totalmente desesperado porque nunca había estado tanto tiempo sin su dueño. Estaba sin alimentar y en unas condiciones muy malas. Se ponía a llorar cuando escuchó mi voz porque la reconoció".

La limpieza y remodelación de la vivienda supondrá una importante inversión para su propietario, si bien de todas formas insiste en que "lo importante es denunciar este tipo de temas porque hay mucha gente que vive sola, sobre todo gente mayor, y puede no ser el único caso".

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