A finales de los 90, las fuerzas de seguridad y los juzgados libraban una lucha sin cuartel contra el narcotráfico. La "Nécora" de Baltasar Garzón había descabezado la mayor parte de las organizaciones, tras la detención de muchos de los capos históricos, pero otras muchas bandas habían logrado escabullirse, o se habían reorganizado, ahora a los mandos de los que solo una década antes eran segundones.

La caída del "Layón" demostró que Galicia todavía podía ser puerta de entrada de grandes alijos de droga. No solo por la cantidad del cargamento -más de 400 kilos-, sino también por el ingenio demostrado por los narcos, que transportaban el estupefaciente oculto entre las redes y bajo el agua. Los paquetes iban pegados al casco, hasta el extremo de que cuando los agentes quisieron retirarlos vieron que de ese modo podría comprometerse la estabilidad de la embarcación y decidieron esperar a llegar a puerto.

Fueron detenidas trece personas (diez hombres y tres mujeres), varias de ellas en O Salnés. Entre los arrestados estaba el colombiano que supuestamente hacía de nexo entre los dueños de la droga y los transportistas gallegos.

El "Layón" estaba matriculado de forma legal en España, y tenía su puerto base en Palma de Mallorca. Los narcotraficantes lo escogieron porque consideraron que jamás levantaría las sospechas de la policía. Al ser una embarcación deportiva, con poco espacio en la bodega, nadie pensaría que iba a ser empleada para el transporte de un gran cargamento de cocaína. Lo que no sabían era que les estaban pisando los talones desde octubre de 1996.