Carlos y Rebeca jamás olvidarán la procesión del Carmen de A Illa de Arousa pues tras siete años y medio de noviazgo han decidido unir sus vidas para siempre.

Sorprendieron a propios y a extraños. Era la primera vez que la imagen de la santa se paraba ante un engalanado balcón de la rúa de Castelao. Ese fue el sitio elegido por uno de los costaleros para la petición pública, en presencia también de muchos de sus familiares.

El acto fue breve pero emotivo. Justo en la esquina, a la altura de la rúa Cabanelas y frente al cafe bar Cachopo, Carlos Cores Otero, con su impoluto traje marinero para portar a la Virgen cuando dejó su puesto a otro costalero y se arrodilló ante su amada para jurarle amor eterno. La comprometida situación cogió de sorpresa a la novia, Rebeca Iglesias Martínez, quien no pudo más que aceptar la petición de su amado.

El "sí, quiero" desencadenó una explosión de júbilo, una larga ovación y gritos de "Viva la Virgen del Carmen". Desde el balcón, la familia aceptó el compromiso y una lluvia de pétalos y confeti cubrieron por completo el escenario de la romántica escena.

La Banda de Música volvió a entonar otro alegre pasodoble y la Virgen bailó sobre los hombros de los demás cofrades a mayor ritmo que el de costumbre.

Llegaron luego los nervios. La familia no se podía creer lo que estaba viendo. El padre de Carlos ni siquiera era capaz de recordar la edad real de su hijo, ni los años que la pareja llevan juntos. Al final, con ayuda de unos y otros, vuelta a la normalidad y con menos palpitaciones, mostraba su felicidad por un compromiso para el "que todavía no existe fecha de boda".

"Suponemos que será el año que viene", acertaba a señalar una tía del Romeo isleño, pues además de la "burocracia", de los papeles, necesitan el nido de amor.

Lo que sí quedó clara es la profunda devoción de Carlos Otero por la patrona de los mares. "Desde niño pertenece a la cofradía y ha llevado a la santa durante muchos años", destacan sus allegados.

En cambio Rebeca Iglesias "es el primer año que viste el traje de mariñeira". La estampa es bucólica pero el compromiso es firme. El ramo de rosas que le entregó será el signo inequívoco de un amor que piensan va a durar para siempre al amparo del manto del Carmen que ayer lucía decenas de billetes, un signo también de la fortuna que esperan les acompañe.

Los amigos creen que ya era hora de que dieran este paso tras casi ocho años de noviazgo, por lo que confían que el matrimonio les llegue antes de cumplir los 30.