El puente interprovincial que une Catoira con Rianxo permaneció ayer cerrado durante varias horas, al menos en uno de sus carriles. Fue una medida que estaba anunciada, pero que no se ajustó al horario inicialmente previsto, lo cual generó el enfado de no pocos usuarios que se encontraron la circulación interrumpida y tuvieron que soportar retenciones que, por momentos, fueron importantes.

Iba a cerrarse solo de 10.00 a 12.00 horas, pero la medida se adoptó con retraso y a las cuatro de la tarde los conductores seguían quejándose por las molestias.

El puente volvió a cerrarse, como tantas veces con anterioridad, para realizar nuevos trabajos de inspección que deben determinar cuál es su verdadero "estado de salud".

La Diputación de Pontevedra quiere elaborar un ambicioso estudio que debe concretar qué medidas adoptar para corregir su calamitoso estado.

Ese informe incluso podrá determinar si es preciso introducir limitaciones en el tránsito y decidir si está agotada la vida útil del puente y es necesario construir un nuevo viaducto para salvar el Ulla.

Como se explicó en los últimos días, el puente entre Catoira y Rianxo fue proyectado a principios de los setenta y se construyó en aquella misma década.

Fue recepcionado en verano de 1979 e inaugurado en 1981, tras una inversión de 1,2 millones de euros. En 2004 se sometió a una profunda mejora, casi una reconstrucción, y a pesar de ello desde entonces no ha dejado de causar problemas.

Es una estructura fundamental para la circulación rodada que el año pasado soportó el paso de unos 9.532 vehículos al día.