La popular carballeira de San Cibrán acogió ayer la romería que cada año rinde honores al santo que da nombre a este frondoso robledal de la parroquia de Dimo, en el Concello de Catoira.

Es una de las fiestas campestres más antiguas y entrañables de cuantas se celebran en las comarcas de Caldas y O Salnés; una cita con el pasado que mantiene la esencia de aquellos encuentros familiares y vecinales que movilizaban a romeros desplazados al lugar tanto a pie como a caballo, y no solo de Catoira, sino de otros muchos municipios.

La tradición dice que las familias y los grupos de amigos deben acudir a San Cibrán dispuestos a disfrutar de la naturaleza y a comer juntos bajo los robles y a orillas del regato que alimenta la belleza de este espacio natural. Y así se hace generación tras generación, aunque en la actualidad ya no se vean tantos jóvenes como antaño y el desplazamiento hasta el lugar se haga, sobre todo, en coche.

Aún así siguen siendo muchas las familias que ocupan las mesas de piedra o colocan otras portátiles para comer en este entorno idílico, donde las misas en la pequeña capilla que se esconde entre la carballeira en la que no deja de sonar la música de los grupos de gaitas.

Mucho de nostalgia y olor a rosquillas y pulpo

Es una celebración de tintes religiosos con mucho de nostalgia y olor a rosquillas, de esas que se venden desde siempre en cada celebración festiva que se precie, en este caso despachadas a entre 2 y 5 euros, "dependiendo del tamaño y la receta", según explicaba la caldense María del Carmen Castro, una de las rosquilleras.

Como de diferentes tamaños eran las cerezas que se vendían en el suyo y otros puestos instalados a la sombra de los robles; en los que tampoco faltaban los exvotos con los que honrar y pedir al santo.

Los romeros también pudieron saborear churrasco y pulpo á feria, pues como siempre se instalaron varias carpas-cocina. Entre ellas la de María del Carmen Ramallo González, de Pulpería A Boleira (Caldas), que acude al San Cibrán de Dimo desde hace más de cuatro décadas.

Y de este modo, ante la atenta mirada de Protección Civil de Catoira, transcurrió una jornada de esas que sirven para recordar el pasado e intentar mantener vivas algunas de las más importantes tradiciones de la comarca.