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La degradación del bosque de ribera en el Umia, preocupa a los grupos ecologistas

El cauce fluvial presentaba ayer un estado bueno por el fuerte caudal -La fauna se recupera y ya hay lamprea, trucha y salmón

Un momento de la intervención del GES en aguas del Umia, bajo el puente de Os Padriños. // Noé Parga

La degradación del bosque de ribera es la principal alarma que se le enciende a los ecologistas tras su inspección de primavera al tramo del Umia bajo el puente de Os Padriños, en la frontera entre Vilanova y Ribadumia.

La actividad, enmarcada en el Proxecto Ríos y que permite una primera, básica y fundamental impresión sobre el estado de salud que presenta el cauce, pone de manifiesto la imperiosa necesidad de actuar en un espacio que sigue en peligro pese a los óptimos resultados extraídos.

Marta Lois, presidenta del Colectivo Ecoloxista do Salnés (CES), cree que el río está en grave peligro, aunque los valores obtenidos ayer hayan resultado buenos casi en todos los sentidos, como reflejan los bioindicadores que emplean en la valoración y que básicamente es constante todas las primaveras cuando también el río es más caudaloso.

Así los principales parámetros refieren una temperatura buena del agua (16º C) y adecuada presencia de nitratos así como de acidez; datos que suelen diferenciarse de los que resultan del trabajo de otoño cuando el agua está más caliente (19ºC), hay menor caudal y baja más turbia.

De ahí que estos resultados haya que tomarlos con mucha cautela como el hecho de que también corresponda con lo normal la presencia de macroinvertebrados, libélulas y otras familias biológicas que apuntan a una correcta situación del ecosistema.

Con todo, el Umia demuestra una gran resistencia a todos los ataques que recibe e incluso parece haberse recuperado tras la catástrofe de la química Brenntag que explotó en septiembre de 2006.

Varios pescadores y expertos en medio ambiente que recorren la principal arteria fluvial de O Salnés, han constatado la recuperación de varias especies piscícolas que últimamente se habían esfumado. Marta Lois confirma la presencia de anguila, pez espiñento, boga, escalo, lamprea, reo -uno de gran tamaño acababa de ser capturado por un pescador un poco más abajo del puente-, salmón o trucha. Y eso, algo quiere decir.

Pero los ecologistas en absoluto bajan la guardia."Lo más degradado es el bosque de ribera" e insiste Lois en que las especies invasoras han frenado el crecimiento de la vegetación autóctona como salgueiros y ameneiros, sobre todo.

A cambio, tanto en la orilla izquierda como en la derecha abunda una flora alóctona formada por calas, tintoreira, tradescantia o amor de hombre, eucalipto, bambú, acacia negra, tritonia y la egeria que ya forma un manto vegetal sobre el fondo del río.

También en el agua proliferan especies exóticas como el cangrejo americano, que en absoluto benefician el ecosistema del Umia.

La presidenta del CES urge una actuación para proteger este castigado espacio en el que agua y vegetación deben mantener una estrecha vinculación.

"El río no puede perder la sombra de los árboles propios que tienen además la función de regular el cauce y de hacer de freno natural, sin olvidar que generan el alimento y aportan por tanto nutrientes para las especies que conviven en este hábitat y cumplen otras muchas funciones importantes", explica con preocupación.

Aconseja, por tanto, acciones tendentes a corregir esta degradación con planes de eliminación de invasoras o de regulación de los espacios más próximos al cauce para evitar los problemas que provocan las sendas, la contaminación procedente de los cultivos o incluso la referente a la iluminación artificial que altera las condiciones naturales de los ríos.

Los ecologistas saben que su estudio es muy superficial y que con él se pueden obtener unas conclusiones básicas por lo que entienden que debe realizarse un trabajo mucho más minucioso y constante en el tiempo para deteminar el estado real del Umia, un río que da de beber a más de cien mil personas solo en O Salnés.

Los resultados obtenidos en la visita de campo de ayer domingo solo sirven como llamada de atención a los responsables medioambientales. "Hay tricópteros y oligoquetos, bioindicadores que indican que la calidad del agua es buena", explicaba una de las participantes. Pero no todos los días ocurre lo mismo.

El Umia tiene respuestas diferentes según el período del año, pero sobre todo es uno de los más castigados por la presión urbanística e industrial en su recorrido. Cierto que los medios de depuración han mejorado y que apenas recibe más vertidos que los accidentales o los provocados por actos vandálicos, pero no por ello se debe bajar la guardia.

Los ecologistas seguirán denunciando cualquier ataque del que tengan conocimiento o cualquier alteración que se produzca. "Es el agua que bebemos", insiste preocupada Marta Lois.

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