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El sector que reinó en la economía de O Salnés intenta reinventarse

Las constructoras arousanas tienen problemas para encontrar albañiles, canteros y aparejadores

La crisis económica provocó una estampida de trabajadores a la emigración o el sector del mar -Las empresas acuden a los autónomos para no arriesgarse a mantener los costes salariales en las épocas sin encargos

Operarios en una imagen de archivo de una obra en O Salnés. // Noé Parga

Muchas familias esperan al verano para hacer obras de puesta a punto de sus viviendas. Es, por lo tanto, uno de los momentos del año más dulces para las empresas constructoras. Una vez superada la crisis económica, muchas de estas firmas están notando un repunte de los encargos, pero ahora se están encontrando con un problema que hace solo década y media nadie en su sano juicio creería: en O Salnés no hay albañiles cualificados suficientes, y mucho menos obreros que puedan quedarse de encargados de obra. Algunas firmas dicen que también hay déficit de canteros y de aparejadores.

Las asociaciones de la patronal del sector de la construcción llevan tiempo advirtiendo de esta falta de trabajadores con experiencia o formación, y han reclamado a las administraciones públicas que les echen una mano formando en las escuelas a nuevas hornadas de trabajadores. Un diagnóstico que comparten las empresas de la construcción de O Salnés consultadas por FARO.

Eva Abal, de Construcciones Abal (Meis), cuenta que "la gente se fue cuando empezó la crisis y no volvió. Además, durante los últimos diez años no se formó a nuevos trabajadores porque en el mercado laboral no había demanda". La consecuencia es que los albañiles con más experiencia están fuera o han probado suerte en otros sectores económicos, mientras que los jóvenes no se han formado en el oficio. Ya lo denunciaba la Fundación Laboral de la Construcción en un reciente informe, según el cual los empleados menores de 34 años suponen ahora el 19 por ciento del total de las plantillas, cuando en 2008 eran el 42 por ciento.

Según Eva Abal, las constructoras gallegas ya ni siquiera pueden contar con el maná de Portugal. Muchos obreros lusos emigraron a Gran Bretaña desde 2014, atraídos por unos sueldos de hasta 5.000 euros al mes, y los que han regresado o se han quedado encuentran ahora empleos bien remunerados en Oporto y Lisboa, donde las facilidades que se le han puesto a los ciudadanos extranjeros para establecerse en Portugal ha traído una nueva primavera para la construcción del país.

La consecuencia es que las empresas tienen dificultades para completar sus plantillas. La solución que están poniendo en práctica muchas de ellas es subcontratar ciertos trabajos a autónomos del sector. Los márgenes de ganancias se reducen con dicha fórmula, pero a cambio se evitan el riesgo de engrosar sus equipos en un momento en el que la situación económica todavía es inestable. Si la economía volviese a empeorar, las constructoras se verían otra vez hipotecadas por los costes salariales de sus plantillas. Pero ese coste no existe al descargar ciertos trabajos en los autónomos.

En Río Pequeno, una firma de Vilagarcía, afirman que "ahora mismo sí que hay trabajo, pero tal y como están los precios los márgenes de rentabilidad son tan reducidos que tampoco nos podemos permitir contratar a más gente". Pero sí echan de menos obreros con experiencia o lo suficientemente polivalentes para ocuparse de cualquier tarea.

"Nosotros trabajamos para viviendas unifamiliares, y eso requiere un tipo de trabajador curioso, que le dedique tiempo a los acabados. No se trata de un obrero que va a trabajar a destajo", aducen en la constructora. Por eso, cuando necesitan personal no acuden a internet o a los servicios de contratación, sino al boca a boca. "Muchas veces son nuestros propios trabajadores los que encuentran el personal".

Un problema general

La falta de trabajadores cualificados y el envejecimiento de los que hay es un problema general en todo el país. Ya lo denunciaron la Asociación de Constructores de Pontevedra, la patronal de Las Palmas de Gran Canaria -otra de las mecas del sector en España-, y la Fundación Laboral de la Construcción, que a principios de este año cifró en 120 los puestos sin cubrir en Vigo y su área metropolitana.

Eva Abal afirma que no solo faltan albañiles. Su empresa está participando en la restauración del pazo de Quintáns, en Sanxenxo, y necesitaba canteros. Pero no los encontró. Del mismo modo, los aparejadores con experiencia se cuentan con los dedos de las manos. "Durante la crisis, los aparejadores que tuvieron la oportunidad se fueron. Los que se quedaron han pasado el tiempo haciendo informes y como en todo ese tiempo apenas se hicieron obras no tienen experiencia en construcción".

Eva Abal sostiene que "no hay albañiles de entre 30 y 40 años", y que ellos han recurrido a autónomos para cubrir las jubilaciones de dos encargados que llevaban más de tres décadas con ellos. Por eso, está convencida de que la administración tiene que dar una solución al problema y apostar por la formación profesional de los futuros operarios. El salario medio de un peón ronda los 17.000 euros anuales.

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