Comenzó la jornada electoral a las ocho de la mañana con la composición de las mesas, y a las nueve en punto se depositaban los primeros votos. En Catoira se encontraban los candidatos más madrugadores. Juan Castaño, del BNG, estaba en ese instante en las mesas del edificio multiusos, pero se fue inmediatamente a la de Dimo, porque vota allí. Los que se quedaron fueron Iván Caamaño, el candidato del PP, que depositó la primera de las papeletas de la misma urna en la que apenas diez minutos después lo hacía Alberto García, el candidato socialista.

El líder del PP aterrizó en política hace solo unos meses, tiene 23 años y es un filósofo que protagonizó la campaña más intensa que se recuerda al PP en la localidad vikinga.

El veterano alcalde del PSOE tiene 65 años, está jubilado y se dispone a afrontar su octavo mandato, en caso de ser reelegido.

Es una diferencia de edad considerable, lo cual aumenta el interés por este duelo que, a priori, parece desigual. El primero es uno de los candidatos más jóvenes, mientras que el segundo, es uno de los más veteranos.

Como veteranos fueron muchos de los vecinos que acudieron a las urnas. Entre ellos una valguesa de 102 años, María Bouzas Senín.

Mientras unos y otros votaban, efectivos de la Guardia Civil desplazados desde Vigo organizaban un espectacular control de carretera en el municipio catoirense. Lo hacían provistos de fusiles, pinchos y perros dispuestos a registrar hasta el último rincón de cada vehículo que era parado por los agentes.

Cerca de allí, en Vilagarcía, la Guardia Civil organizaba también controles de alcoholemia y drogas, al igual que se había en otros puntos de la comarca.

Fue una jornada tranquila en la que se vieron a muchos niños acompañando a sus padres e incluso depositando sus papeletas en las urnas, así como a mujeres embarazadas que depositaron "votos de esperanza", pensando en el futuro de sus hijos, y a personas en silla de ruedas que no querían perderse esta cita con la democracia.

Tampoco se la perdieron muchos de los que aprovecharon la soleada jornada dominical para disfrutar de la playa, ya fuera antes o después de pasar por el colegio electoral.

Entre las anécdotas puede citarse, también, el sabotaje a las papeletas del PSOE en el municipio meco, el hecho de que algunos se olvidaran de que había dos urnas para votar e incluso que otros confundieran la ubicación de los sobres y metieran el azul (europeas) donde iba el blanco (locales).