A Illa se ha empapado de todo aquello que se oculta detrás del arte textil indígena que se desarrolla en regiones muy localizadas de países como México y Guatemala. Todo un descubrimiento que ha servido para poner en valor las altas capacidades creativas y cuidado detalle de las mujeres de aquellas tierras.
En un lugar ideado para la creatividad como es el estudio La Platanera de A Illa, la tarde de ayer tuvo una protagonista de excepción. Pamela Flandes, artista chilena que se convirtió en la embajadora de las increíbles piezas que llevan a cabo todas aquellas artistas anónimas que trabajan en talleres muy precarios en cuanto a producción.
Andrea Fernández, artista de A Illa y principal promotora de la iniciativa, destacó el propósito de la muestra celebrada ayer, "forma parte de un proyecto para visibilizar el trabajo de las mujeres indígenas. Tienen un arte textil que es único y que trabaja artesanalmente con materiales de mucha calidad".
Fueron muchas las personas que ayer acudieron ex profeso a A Illa para conocer de primera mano la exquisitez en el detalle de todo lo manufacturado por estas mujeres indígenas. "Cualquier pieza de las que se pueden ver tiene tras de sí muchísimo trabajo. En algunos casos hay tapices que llevan más de cuatro meses de trabajo, algo que es impensable en el concepto de producción comercial que tenemos aquí", comenta Andrea Fernández.
Chilena de nacimiento, pero mexicana de adopción, Pamela Flandes apuntó que "muchas mujeres han creado cooperativas en México y Guatemala para dar a conocer su capacidad artística". Refiriéndose a los productos mostrados en A Illa, a precios que se multiplicarían por mucho de ser elaborado en el mundo capitalista, reconoce que "la mayoría son textiles bordados a mano o tejidos en telar de cintura, que es una técnica de elaboración de los pueblos indígenas. Es una técnica ancestral que se emplea para trajes tradicionales y en la que cada pueblo tiene su patrón, su diseño y su técnica también".
Desde bordados de pared, tapices, estuches, carteras... Muchos son los productos que se mostraron y que también se vendieron durante la muestra. La calidad, singularidad y estética se convirtieron en una atractiva combinación que todavía potenció sus efectos con el precio de venta.
Pamela Flandes, que también pasará en los próximos días por diferentes lugares de Galicia, dejó claro que "cuanto más dinero podamos reunir mejores van a ser las condiciones de trabajo de las comunidades que llevan a cabo estas piezas. Son pocas las cosas que se pueden elaborar porque no hay capacidad para más, pero que se valore y se conozca lo que allí se hace es una parte muy importante en el progreso social y económico de aquellas comunidades tan limitadas en tantos aspectos claves para su desarrollo".
