Hace apenas tres semanas se procedió al repintado del edificio de la estación de ferrocarril de Catoira. Es una de las labores de reforma introducidas tanto en este apeadero como en el de Pontecesures para tratar de mejorar el aspecto de estos lugares y los servicios ferroviarios que se prestan a los ciudadanos. Pero sin tiempo apenas para estrenar la remozada instalación alguien se encargó en los últimos días de embadurnarla.

Los vecinos, indignados por esta reaparición de las pintadas en las paredes de la estación catoirense, cargan contra la acción de los gamberros y reclaman mayor vigilancia en la zona.

Sin entrar a valorar el contenido de las pintadas realizadas en la fachada del apeadero, aunque puede decirse que las hay de tintes políticos, y parece que algunas dirigidas contra el alcalde del municipio vikingo, lo que sí puede destacarse es que, como se denunció en tantas ocasiones anteriores, esas paredes embadurnadas son la triste imagen que se llevan cuantos pasan en tren por este tipo de apeaderos.

La proliferación de pintadas, que también afean las papeleras, fue repetidamente denunciada en los últimos años por vecinos y colectivos como la plataforma en defensa del tren de cercanías, que en multitud de ocasiones instó al Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) a mejorar el estado de los apeaderos del Ullán para ofrecer un servicio digno.