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¿Por qué mató Souto Paxaro al dueño del pazo do Monte?

Martínez Chantada reconstruye la historia del crimen de 1914

De izquierda a derecha, Mar Rey, concejala de Cultura, David Castro y Hernando Martínez Chantada. // I.A.

El crimen del pazo do Monte no fue un acto de venganza premeditada de las clases populares de la Ribadumia de principios del siglo XX contra los abusos del cacique local. Esa es la versión más o menos adornada y romántica que ha llegado hasta la actualidad, contada de padres a hijos durante generaciones. Sin embargo, "la muerte fue una casualidad", en palabras del profesor Hernando Martínez Chantada, que esta noche presenta en Lois su nuevo libro, "O crime do pazo do Monte".

Martínez Chantada explica que el asesino, Manuel Souto Paxaro, era un montañés natural de Touro, un municipio del sur de la provincia de A Coruña. Siendo muy joven, se desplazó a Pontevedra para servir en las casas de gente adinerada. Fue criado del alcalde de Caldas de Reis, de Benito Corbal, en Pontevedra, o del médico de Perdecanai, en Barro.

En enero de 1914 era un crío de 20 años y empezó a trabajar para José Fariña Varela, que era entonces el dueño del pazo do Monte, una bonita y extensa propiedad situada en la parroquia de Lois, a orillas del río Umia. Fariña Varela había sido alcalde de Ribadumia entre 1890 y 1897, y juez municipal desde entonces. Era el cacique local, y un déspota odiado por sus vecinos.

Según el relato de los hechos que Martínez Chantada da por bueno, tras examinar la documentación judicial y recabar testimonios de descendientes y contemporáneos de los implicados, Fariña Varela tenía que pagarle a Souto Paxaro 150 pesetas por su trabajo durante tres meses, "pero solo le pagó siete".

El crimen se produjo coincidiendo con la festividad de San Gregorio, en la vecina parroquia de Paradela. Manuel Souto tenía una novia en Romai, y quería estrenar zapatos en la romería. Acudió a un zapatero de la zona -a la sazón abuelo de Martínez Chantada-, pero este no se los quiso dar porque Souto Paxaro no tenía con qué pagárselos.

Así que, enfurecido, el criado fue en busca de Fariña Varela. Lo encontró en las proximidades del pazo y le pidió el dinero. Martínez Chantada cuenta en su libro que el cacique se negó de malas formas, hasta el extremo de que le pegó un manotazo y le disparó. "Pero como era de noche y tenía muy mala vista, no acertó". Souto Paxaro contraatacó y golpeó mortalmente con una estaca a Fariña Varela.

Después le quitó el dinero, lo desnudó, se puso los calcetines y las botas del muerto y se fue a la romería de San Gregorio.

Allí, la Guardia Civil sospechó de él al verle vestido de esa forma, e intentó detenerle, pero el criado huyó. Durante una semana consiguió esconderse, hasta que le atraparon cerca de Ponte Ulla.

Fue juzgado, y aunque la familia de Fariña y el fiscal pidieron para él la pena de muerte, los magistrados le condenaron a cadena perpetua. Unos años después, Souto Paxaro logró huir de la cárcel, se supone que con ayuda de terceros, y se embarcó rumbo a Buenos Aires, donde se le perdió la pista.

Precisamente, otra de las virtudes de la publicación de Martínez Chantada es que arroja luz sobre la vida de Souto Paxaro en Argentina, que hasta ahora era prácticamente desconocida. En esta labor, el profesor contó con la colaboración de José Luis Lede. Martínez Chantada explica que el criado trabajó como portero en un edificio, y que "vivió muy precariamente". "Tenía terror a que lo cogiesen, así que llevó una vida muy discreta". Souto Paxaro se casó pero no tuvo hijos. Murió en 1971, pero su leyenda le ha sobrevivido.

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