| Los vecinos no dudaron en cortar ramas de algunos árboles para emplearlas contra el fuego y se armaron de mangueras, cubos y azadas para participar en una lucha desigual contra las llamas. Estaban en juego sus casas, por eso pasaron la noche en vela y el día en vilo, ya fuera atacando el fuego, refrescando sus propiedades, vigilando el avance de los diferentes focos o aportando alimentos y bebidas a los servicios de emergencias.