-Usted llegó a O Grove en 1980 para hacer una sustitución y se quedó durante cuatro décadas...

-(Risas) Así es. El caso es que este paraíso me atrapó para siempre, y lo que iba a ser una sustitución de unos meses se convirtió en la dedicación de toda una vida; casi 39 años de ejercicio profesional en los que se alternaron, como en la vida de cualquier ser humano, momentos buenos y malos, predominando, con mucho, los primeros.

-¿Qué es lo que le "enganchó"?

-O Grove! Un paseíño desde Area Grande hasta Punta Moreiras, pasando por la laguna de A Bodeira, escuchando los conciertos de los zarapitos trinadores o disfrutando del aroma de la linaria, en soledad o con buena compañía, resarce de casi todas las penas. "Linda", "Sur", "Kenia" y "Thor", los que fueron y son mis perriños, lo saben bien.