-Después de cuarenta años ejerciendo como médico en Monte da Vila guardará en la memoria infinidad de recuerdos y multitud de anécdotas... ¿Hay alguna que le produzca especial simpatía o le impactara de algún modo?

-Hay una, y al contarla no quiero molestar ni ofender a nadie, y mucho menos a sus protagonistas, que me pareció especialmente curiosa. Estaba consultando a un señor de mediana edad que acudió al centro de salud acompañado de su esposa. Tras realizarle la entrevista clínica inicial le indiqué que pasara detrás del biombo y que se desnudara para poder explorarlo. En ese instante observé que su mujer tiraba un papel arrugado encima de la mesa del despacho. Me acerqué a recogerlo y lo leí discretamente, decía: 'Don Manuel, quítelle o viño que é un borrachón'.