La "Gran Marcha do Entroido" que ayer recorrió el "Sambódromo Meco" y el "Enterro da Sardiña e da Xoubiña" despedían ayer la fiesta de carnaval en O Grove, este año claramente reivindicativo.

Prueba de ello son los disfraces alusivos al centro de salud, presentados para reclamar la mejora del edificio médico actual, el de Monte da Vila, pero sobre todo para exigir la construcción de uno nuevo, en la parcela de As Touzas.

En tono de humor se reivindicó esta infraestructura del mismo modo que se hizo un llamamiento a la igualdad de las mujeres, tanto ayer como en el Festival de Comparsas y en la actuación de estos grupos por las calles y bares.

Puestos a reivindicar, los grovenses defendieron también su particular modo de hablar, ese del "jallejo do Jrove", y pidieron para su Entroido la declaración de Fiesta de Interés Turístico de Galicia.

Junto a las citadas, otras muchas peticiones puestas sobre la mesa -o sobre el escenario- que pasarán a formar parte de la historia de la fiesta como ingredientes de esta entretenida edición del Entroido, claramente marcada por el concurso de comparsas y la gran cantidad de cenas desarrolladas desde que todo comenzaba a principios de mes con el "Xoves de Comadres e Compadres".

En cuanto a lo que ayer dio de sí el desfile-concurso de disfraces, con casi 3.000 euros en premios, no cabe duda de que, quizás resultó menos bullicioso que en otras ocasiones, puede que por aquello de tratarse de una cita aplazada desde el sábado pasado, a causa de la lluvia.

Aún así el recorrido por las calles del centro urbano brilló con luz propia. Y lo hizo de manera muy especial, como casi siempre que hay "jolgorio" de este tipo en la villa, en la calle Castelao, popularmente conocida como "A Catorse".

Por ella se pasearon decenas de disfraces individuales y parejas, pero sobre todos grupos, algunos motocultores y también numerosos tractores.

Una buena cantidad de público -también con muchos disfraces entre los espectadores- siguió de cerca las evoluciones del desfile y aplaudió a la tribu india, al grupo de mimos, al cohete espacial o al escenario televisivo en que se habían convertido algunas de las carrozas.

Los hombres vestidos de mujer para reivindicar la igualdad de sexos daban paso a una caja de música con una joven bailarina en su interior mientras un enfermo con muy mal aspecto y bebiendo cerveza avanzaba en silla de ruedas, empujado por un enfermero cuyo aspecto no era mucho mejor y reclamaba "solusións xa para o centro de salud do Jrove".

Otros personajes populares del cine y la televisión -de antes y de ahora- caminaban poco a poco detrás, al ritmo de la música, antes de la llegada de unas veteranas burbujas doradas que recordaban algo a aquellas otras que en Navidad anunciaban en televisión una conocida marca de cava.

También podría hablarse de ratas gigantes, choqueiros, lobos con o sin Caperucitas, de personajes fantasmagóricos y de otros que resulta difícil encasillar.

Sin olvidar carrozas con forma de calaveras, extraños jugadores de fútbol, algo así como terroristas islámicos y un sinfín de caracterizaciones más que, en definitiva, volvieron a animar las calles del centro urbano grovense.

De este modo el pueblo pasa la página festiva y muchos se olvidan ya del ocio para centrarse de lleno en la temporada fuerte para el turismo y, en consecuencia, para la ocupación laboral.

Muy pronto llegará la Semana Santa, y sin tiempo que perder el verano estará de vuelta, lo cual es tanto como decir que a partir de ahora es momento de reabrir hoteles y restaurantes que estaban cerrados, acondicionar los que permanecieron activos en temporada baja y, en síntesis, desplegar toda la infraestructura turística para recibir a las decenas de miles de visitantes que pasarán por este pueblo hasta que se supere la Festa do Marisco.