Los pescadores que integran el colectivo de los valeiros, encargados de largar sus nasas butrón en el Ulla, a la altura de Pontecesures, se quejan desde que empezó la temporada de la escasez de lamprea. Y no son los únicos. Los titulares de las "pesqueiras", que es como se conocen las construcciones tradicionales que ya usaban los romanos situadas río arriba, tampoco encuentran producto.

"No me lo puedo explicar porque en noviembre y diciembre llovió bien, subió el caudal y se dieron las condiciones meteorológicas adecuadas, pero aún así no hay lampreas", manifiesta Antonio Caldelas Vidal, uno de los más experimentados pescadores del río.

Tan mala está siendo la campaña que hace ya unos días que dejó de trabajar en sus "pesqueiras", situadas a la altura del lugar de Herbón, precisamente donde en el siglo IX ya se entregaban concesiones para esta actividad, según consta en un documento en poder de la familia Lago que en su día fue interpretado por un fraile del convento de los Franciscanos.

Antonio Caldelas permanecerá inactivo a la espera de que desde Pontecesures lleguen noticias del regreso del preciado pez cartilaginoso. "Si los valeiros vuelven a pescar regresaré a la 'pesqueira' para tumbar las nasas, pero en caso contrario no vale la pena perder el tiempo", reflexiona.

Insiste en que "lo de este año es verdaderamente sorprendente; no tiene explicación alguna". Sabe que "en algunas 'pesqueiras' cogieron cuatro o cinco hace días, pero además de ser pocas eran tan pequeñas que eso no son lampreas ni nada".

Tiene la esperanza de que la situación cambie antes de que el día 27 de abril cierre la campaña de pesca en esta zona del río, pero no oculta su preocupación por cuanto está sucediendo. "No sé si es el cambio climático, si esto se debe a la construcción de presas o si hay otros motivos para que la lamprea no remonte el río; lo único cierto es que nunca vi tanta escasez", lamenta.

La pesca en estos enigmáticos y paradisíacos lugares, que poco a poco parecen perder peso debido a la ausencia de relevo generacional, se realiza en horario nocturno, de ahí que la actividad resulte especialmente complicada e incluso peligrosa.

En un año flojo Antonio Caldelas capturaba "tres o cuatro piezas cada noche" en sus pesqueiras de Herbón, pero es que ahora "no llegan ni las primeras lampreas". Nada que ver con la época de esplendor en esta actividad, cuando entre las ocho de la tarde y las ocho de la mañana del día siguiente tenía que levantar las nasas butrón casi cada dos horas para recoger los ejemplares que sin cesar caían en la trampa.

Situadas en Padrón, Teo, Pontecesures, A Estrada y Vedra, las "pesqueiras" que ya usaban los romanos son "ingeniosas construcciones formadas por grandes sillares de piedra que se sitúan dentro del río y se alinean en perpendicular o en oblicuo al curso del agua; estrategia que permite la captura de los peces cuando remontan el río".

Así lo explica Miguel Piñeiro, un gran conocedor del Ulla, de la lamprea y de los diferentes métodos de captura utilizados en este río que el día 7 ejercerá como pregonero en le Festa da lamprea do Ulla, en Pontecesures.