El crimen de Valga permite sacar a relucir unos datos estadísticos que dejan constancia de lo difícil que puede resultar la lucha contra la lacra del machismo. Y es que de las doce mujeres asesinadas en lo que va de año solo una había presentado denuncia contra su agresor.

Además diez de ellas mantenían una relación de pareja con su presunto agresor -ocho convivían con él-, frente a dos que fallecieron a manos de su expareja o estaban en fase de ruptura. Nueve de las víctimas mortales eran españolas. Tres de las mujeres tenían entre 21 y 30 años; otras tres de 41 a 50, como María José Aboy; dos entre 51 y 60; una 85 o más y otra entre 16 y 17 años.