Los lodos de las depuradoras de aguas residuales pueden tener una segunda vida útil. Eso es lo que hacen en Tratamientos Ecológicos del Noroeste (TEN), una empresa que tiene su sede en el complejo minero de Touro-O Pino. Allí, esos lodos son transformados en suelos especiales para la regeneración de espacios degradados (tecnosoles) y en fertilizantes orgánicos. Estos están siendo empleados, por ejemplo, en campos de maíz y en plantaciones de vino albariño de O Salnés.

La planta de TEN se encuentra en el complejo minero de Touro-O Pino, donde operan otras tres firmas: Explotaciones Gallegas, que se encarga de la extracción de áridos y su transformación en aglomerado asfáltico; TYRMA, que recicla plástico de invernaderos y de uso doméstico para su posterior transformación en bolsas de la basura y tuberías de riego; y CVAN, que es un laboratorio de investigación. Todas ellas forman lo que denominan centro de Valorización Ambiental de Touro-O Pino (Vatop).

TEN recoge los lodos de un buen número de estaciones depuradoras de aguas residuales gallegas, entre ellas las de Vilagarcía, Sanxenxo y O Grove. Estos son mezclados en la planta de Touro-O Pino con astilla de madera y ceniza de biomasa procedentes de las factorías de Ence o Finsa, y se someten a un proceso de fermentación a 55 grados, que mata las bacterias presentes en el fango. Tras un proceso de maduración, se criba y afina la mezcla y se obtiene el abono.

La firma tiene registrados cinco fertilizantes, algunos de los cuales se emplean en los viñedos de albariño. David González, que es uno de los portavoces de TEN, sostiene que aún siendo más difíciles de aplicar que los fertilizantes químicos, los orgánicos son más respetuosos con el suelo.

"El dueño de una bodega de la zona de Cambados nos explicó que tuvo problemas de arrastres de tierra tras unos días de lluvia. Los fertilizantes químicos son agresivos con el suelo y facilitan la erosión. Los nuestros, los orgánicos, no solo hacen crecer la planta, sino que mejoran el suelo porque generan un manto de hierba".

La calidad del agua

Tratamientos Ecológicos del Noroeste es una de las empresas que operan en la mina de Touro-O Pino. Y tanto ella como las otras tres, Explotaciones Gallegas, TYRMA y CVAN, quiere sacudirse la mala fama que según ellos les están ocasionando sin fundamento las organizaciones ecologistas y del sector del mar, que están en pie de guerra por el proyecto de Cobre San Rafael, que quiere volver a extraer dicho mineral de los terrenos de Explotaciones Gallegas e incluso ampliar el complejo. Estas organizaciones también han cuestionado la actual actividad de Touro-O Pino.

Sobre esto, los responsables de las empresas que operan actualmente en la mina argumentan en primer lugar que los arroyos y ríos del entorno tienen niveles de acidez normales, por lo que no están afectados por las escorrentías y cursos que atraviesan la concesión minera; y por otra, que ellos mismos están haciendo una ingente labor de recuperación ambiental de la antigua explotación, y que desarrollan proyectos ecológicos punteros, como el de la propia TEN o el de TYRMA.

En Touro-O Pino funcionó una mina de cobre entre 1973 y 1986. La explotó la compañía Riotinto, y al abandonar la actividad no regeneró la montaña. El resultado fue un desastre ecológico en la zona, sin una brizna de hierba y con aguas que transportaban metales pesados y tenían una acidez muy elevada, que incluso se dejaba notar en el río Ulla.

En 1993, Explotaciones Gallegas compró la mina e inició un proyecto, consistente en la extracción de áridos. Una década más tarde, se instalaron en el complejo las empresas de reutilización de residuos, y se inició el proceso de recuperación ambiental de la mina mediante "tecnosoles", unos suelos artificiales desarrollados por ellos mismos y pensados precisamente para devolver a la vida ecosistemas muertos. Defienden que a lo largo de los últimos años cosecharon multitud de elogios por su trabajo, hasta el extremo de que recibieron la visita de científicos, técnicos y universitarios de 40 países.

Uno de los milagros de los que se sienten más orgullosos es la creación de un humedal que recoge las aguas ácidas de 200 hectáreas de terreno y las regenera de forma natural. En otras zonas, antes desnudas, ahora crecen de nuevo el tojo y los bosques de pino y eucalipto, y han regresado los animales.

En lo que a la calidad del agua se refiere, el catedrático de Edafología y Química Agrícola de Santiago, Francisco Macías, asegura que no hay nada que temer. Macías, vinculado desde hace décadas a Touro, plantea que ni siquiera en 1986, cuando el agua estaba más alterada, se notaron los efectos de la acidez en el Ulla más abajo de Pontevea, entre A Estrada y Teo.

Dice también que ninguno de los dos afluentes del Ulla que pasan por la zona, el Brandelos y el Lañas tiene aguas ácidas, y que el profesor Luis Tapia hizo una exhaustiva investigación del estado ecológico de los ríos de la zona, y que encontró que éste era bueno. Según él, los tecnosoles también van corrigiendo el agua.