Afirmaba el escritor Álvaro Cunqueiro que en el siglo XVI seis familias vascas llegaron a Galicia para trabajar en la construcción de los navíos de la Armada Invencible, y que una de ellas era la de los Jaureguízar. Lo cuenta Agustín Jaureguízar Vázquez de Cal, quien conoció esa historia de boca del propio Cunqueiro, aunque reconoce que ni él ni el escritor llegaron a encontrar nunca confirmación documental alguna de tal viaje de sus supuestos antepasados.

La llegada de los Jaureguízar a Galicia de principios del siglo XX, sin embargo, sí está perfectamente documentada. Y ha dejado una huella profunda en Vilagarcía. Tanto que una de sus propiedades ha estado de actualidad esta semana. Se trata de una casona situada en la calle Doutor Tourón, muy cerca de la iglesia parroquial de Santa Eulalia, y que el Ayuntamiento ha comprado al Plan Nacional sobre Drogas por 170.000 euros para abrir en ella un centro de encuentro para personas mayores.

Anteriormente, perteneció al histórico contrabandista de tabaco isleño Marcial Dorado, condenado a la sazón por narcotráfico y blanqueo de dinero. La casona la compró una sociedad de Liechtenstein a finales de los años 90 por casi 900.000 euros, pero quien estaba detrás de la operación era Dorado, hasta el extremo de que él mismo habló con la familia Jaureguízar. Entonces, Dorado pasaba por ser un empresario de éxito con negocios en el mar, el vino y el ladrillo, y dijo a los Jaureguízar que quería la propiedad para ampliar su aparcamiento subterráneo.

"Vendimos porque estábamos todos fuera, y nos costaba muchísimo mantener aquello. Yo aún venía en verano, pero alguna vez encontré que habían entrado en la casa, restos de drogas y esas cosas", cuenta Agustín Jaureguízar Vázquez de Cal, nieto del primer Jaureguízar que entró en Galicia en el siglo XX, Mariano Jaureguízar Bedarona, e hijo del hombre que compró y reformó la vivienda, Agustín Jaureguízar Uribe.

Pero más allá de la mancha que el narcotráfico haya podido dejar en la propiedad, y que tarde o temprano, el tiempo borrará, que la casona haya pasado esta semana a manos del Concello de Vilagarcía sirve para traer al recuerdo la impronta que una familia, los Jaureguízar, ha dejado de un modo u otro en la ciudad arousana.

Desde su domicilio actual en Madrid, Agustín Jaureguízar Vázquez de Cal, explica que su abuelo, Mariano Jaureguízar Bedarona, procedía de Bermeo (Vizcaya) y que se estableció en Vilagarcía con toda su familia a principios del siglo XX.

Eran contratistas, y venían a ejecutar obras en diferentes puertos gallegos, puesto que el patriarca conocía el secreto de una sustancia que, mezclada con el cemento, hacía el hormigón mucho más resistente al efecto corrosivo del agua salada. Una técnica, por lo tanto, que valía oro para los trabajos portuarios.

Los Jaureguízar trabajaron por toda la costa gallega, de Norte a Sur, aunque se establecieron en Vilagarcía. En el puerto de la capital arousana hicieron infinidad de obras, como la escollera o la sustitución del muelle, y establecieron su residencia familiar en una casona de Ferrazo, que hoy sigue en pie, y que está a la venta.

Uno de los elementos más característicos de esta propiedad era el frontón, en el que la familia mataba la nostalgia con interminables partidos de pelota.

Mariano Jaureguízar falleció en 1929, y entonces tomaron las riendas de sus contratos sus dos hijos, Miguel, que era el mayor, y Agustín, un abogado formado en Deusto que se ocupaba de la administración de los negocios.

El primero de ellos se quedó con la casona de Ferrazo, y fue Agustín quien, ya a finales de los años 50 o principios de los 60, compró el terreno en el que luego edificó la casa que ahora ha comprado el Ayuntamiento.

Su hijo cuenta que entonces esos terrenos y los colindantes pertenecían al Iglesario, aunque su padre no compró a la iglesia, sino a un hombre que tenía una casita minúscula, y en la que la había tenido su sede durante un corto periodo de tiempo la Falange.

"Aquello era completamente diferente a como está ahora -recuerda el hijo de Agustín Jaureguízar Uribe-. Por lo que ahora es la calle pasaba un río, y recuerdo que mi abuelo materno, que era comandante de la Marina, subía en lancha por O Con e iba hasta la iglesia por ese río que pasaba por delante de nuestra casa".

Según él, la vivienda que compraron y la actual tampoco tienen nada que ver, pues sus padres la reformaron y ampliaron completamente. La vida social se hacía en la planta baja. "Mi padre recibía en el despacho, y mi madre en el salón". Allí estaba también el piano de cola que tocaba la madre, hija de un almirante de la Armada, que fue alcalde de Ferrol.

De Agustín Jaureguízar Uribe, su hijo recuerda que fue una persona que hizo siempre lo posible por ayudar a los que más lo necesitaban. Por ello, fundó un Banco de los Pobres, y ayudó a docenas de familias de etnia gitana, a las que entregaba su ayuda a través de una ventana lateral del inmueble. "No le gustaba que se dijese de él que era una persona generosa. Le parecía que lo que hacía era solo una cuestión de justicia".

Pero Jaureguízar Uribe no se limitó a su actividad profesional como contratista en el Puerto y a su labor de auxilio social. También se implicó en la vida municipal, siendo nombrado alcalde poco después de estallar la Guerra Civil. Posteriormente, fue concejal, y propuso en el Ayuntamiento algunas ideas que, de haber sido escuchadas entonces, habrían transformado completamente la Vilagarcía que hoy se conoce. "El fue un acérrimo defensor de la idea de llevar el Puerto para Vilaxoán, y de construir un gran paseo marítimo entre Ferrazo y Carril. También propuso que dadas las características urbanas de Vilagarcía, no se dejase edificar más de cuatro alturas", recuerda su hijo.

También fue mecenas de algunos artistas, hasta el extremo de que Agustín Jaureguízar Vázquez de Cal cuenta que su padre trató a Castelao, y le financió la publicación de uno de sus libros de dibujo.

Jaureguízar Uribe murió en 1976, a los 77 años. Hoy, muy pocas personas llevan su apellido en Vilagarcía. Pero tanto él como su hermano Miguel, que tuvo varias empresas, han sido personas muy destacadas durante el siglo XX en la ciudad.