Borrar los vestigios franquistas que permanecen en el municipio de Vilagarcía es la compleja encomienda que debe resolver el grupo de trabajo que esta semana vuelve a reunirse en la Casa Consistorial de Ravella. Es una misión compleja por lo que en las próximas sesiones se espera que la reunión cuente con la responsable de la redacción de la Asistencia Técnica contratada y que básicamente debería haber elaborado un pormenorizado estudio del callejero para determinar el papel que durante la dictadura franquista han desempeñado las personalidades que de aquellos tiempos todavía figuran en el nomenclátor arousano.

La idea es cumplir con los acuerdos plenarios en los que se insta a la corporación a borrar toda huella de aquel pasado pero la decisión exige máximo rigor pues la Ley de la Memoria Histórica es muy precisa al determinar respecto a los símbolos franquistas: "Los escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura" deberán ser retiradas de los edificios y espacios públicos. Y añade que su eliminación "no será de aplicación cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas, o artístico-religiosas protegidas por la ley", lo cual podrá aplicarse a iglesias y templos de culto.

E ir contra ese espíritu es lo que historiadores como Marcelino Abuín consideran que es lo que tendrá que evitar este grupo de trabajo que integran los concejales vilagarcianos: Tania García Sanmartín, en representación del PSOE; Elena Suárez, por el PP; Xosé Lois Leirós, del BNG y el edil no adscrito Miguel Alves.

En suma, tendrán que hilar muy fino para que la decisión sobre calles como Conde Vallellano, Rey Daviña o Rivero de Aguilar, por poner algunos ejemplos, no sea recurrida el día de mañana y el acuerdo que se tome quede en suspenso. "Ya pasó en otras ciudades en los que los jueces no han tenido más remedio que anular acuerdos porque vulneraban la Ley que es muy taxativa al determinar que han de retirarse esos honores a las personas uqe hayan tenido un papel de exaltación de la Guerra Civil".

En opinión del historiador Marcelino Abuín, tales proclamas no se dan en Vilagarcía pues la mayor parte se corresponden con personas que han desempeñado un cargo más o menos relevante durante el gobierno de Franco.

El caso más flagrante, reconoce Abuín, es el referido a la manzana del General Yagüe, un militar relacionado con la Masacre de Badajoz, en la que hubo varios cientos de muertos, por no contarlos por miles, lamenta también la presidenta de la asociación "O Faiado da Memoria", Margarita Teijeiro. Pero el problema en este caso es que el infame personaje da nombre a un grupo de casas y no a una calle o plaza "por lo que deberá ser la comunidad de vecinos y no el Ayuntamiento la que tome la decisión de suprimir o mantener el nombre", subraya el historiador vilagarciano.

Por su parte, José Castro Ratón insiste en la premura de este trabajo, en los estertores del mandato municipal.

Subraya que estos nombres son reflejo de una época de sufrimiento que debe ser borrada pues representan "el aspecto más cruel, el de los juicios sumarísimos, del exterminio del rival, porque hay que recordar que en Galicia no hubo un enfrentamiento armado".

Castro Ratón considera absurdo que permanezca en la ciudad el nombre de Calvo Sotelo, "que fue ministro con Primo de Rivera" o el de Conde de Vallellano, que tuvo responsabilidades de gobierno con Franco. Ratón, integrante de colectivos en defensa de la Memoria, también es partidario de retirar el busto de Calvo Sotelo, situado en Doctor Fleming, y propone que se traslade a un espacio museístico "con un ámbito didáctico concreto".

Pero ese traslado tampoco se podrá llevar a cabo así como así pues la escultura de Calvo Sotelo está protegida como monumento artístico al pertenecer al conjunto de obras del célebre escultor cambadés Francisco Asorey.

E igual de complejo resulta la retirada de la placa homenaje a las víctimas del bando nacional grabados sobre la fachada de la iglesia parroquial de Santa Baia bajo una gran cruz en memoria de José Antonio Primo de Rivera.

Marcelino Abuín estima que esa placa de piedra se instaló en 1940/41 como en la práctica totalidad de las iglesias de la provincia, si bien la de Vilagarcía es de las pocas que permanecen.

La iglesia permite al Concello su retirada pero siempre que sea a cargo de la institución municipal y el trabajo supone un coste elevado pues podría afectar a toda la fachada a la vez que obligaría a la restauración de la piedra para evitar que permanezca la silueta del monumento falangista sobre la piedra de un monumento de Patrimonio.

En el archivo de la asociación "O Faiado da Memoria" de Vilagarcía registran al menos media docena de personajes franquistas a los que se les rinde todavía homenaje en la capital arousana. En concreto:

Fernando Suárez de Tangil, Conde de Vallellano: Ministro y procurador en Cortes con Franco.

Jacobo Rey Daviña: Alcalde del franquismo entre 1952-1965 y presidente de la Diputación en 1938.

José María Rivero de Aguilar: Director de Obras Públicas.

José Fariña Ferreño: Director del Banco de Crédito Local.

General Yagüe: Militar golpista y responsable directo de miles de asesinatos, sobre todo en Badajoz.

Almirante Fontán: Militar al servicio de la Dictadura.

Manuel Bernal: Hijo Adoptivo. Fue el militar que entró en Vilagarcía para declarar el estado de guerra.

Busto de Calvo Sotelo; En los jardines del Doctor Fléming, delante del colegio de Primaria, inaugurado el 13 de julio de 1938 por un ministro de Franco, Amado Guerra.