Como cada día de la Candelaria, esta mañana los vecinos de Valga volvieron a salir de procesión por lugares como Vilar, Vilarello, Moldes, As Eiras, Outeiro, Ferreirós y Beiro, para terminar en la iglesia parroquial de Cordeiro y asistir a una misa solemne.

Pero no era una procesión cualquiera. Ésta tiene la particularidad de que se hace el recorrido con grandes lacones que se presentan como ofrenda a los santos y acaban subastándose.

De este modo se recaudan fondos para la parroquia, esta vez 325 euros, y lo más importante, se mantiene viva una vieja tradición que pasa de una generación a otra con la misma ilusión.

Las mujeres abrieron el recorrido, como es habitual, con las patas de cerdo metidas en cestos que portaba sobre sus cabezas. Tras ellas, los feligreses y las imágenes de San Paio, San Antonio y San Roque.

Fueron cinco lacones los reunidos esta vez para que los vecinos avanzaran en procesión por el rural valgués acompañados del grupo de gaitas "Os Demos da Petaca", de Ribadumia.

La procesión salió de Vilar con tres lacones y en la primera parada, la de Vilarello, se les sumaron otros dos.

Y así se fue de aldea en aldea, lanzándose una salva de bombas para anunciar la llegada de la procesión a cada una de ellas.

En Vilarello y As Eiras los vecinos engalanaron dos mesas a modo de altar, con mimosas, camelias y cruces hechas con naranjas, en las que depositaron a los santos mientras los feligreses descansaban.

En Ferreirós fueron recibidos con una merienda a base de galletas, anís y vino dulce.

Todo terminó con la misa solemne en Cordeiro y la posterior subasta de los lacones, uno por 45 euros, dos por 65 y los otros dos por 70 y 80 euros.