La campaña de la mejilla está en marcha. Es un procedimiento crucial para garantizar el cultivo anual del mejillón en las bateas gallegas, de ahí que del mayor o menor grado de éxito de estas operaciones vaya a depender el futuro del sector mitilicultor.

Se trata de recoger la cría del mejillón que nace y empieza a crecer en las rocas del litoral, para lo cual los bateeiros tienen que desplazarse a la costa rocosa de la comunidad autónoma más golpeada por el Atlántico, prácticamente desde A Guarda hasta Fisterra, pasando por San Vicente de O Grove, Sálvora, Corrubedo, Carnota y tantos otros lugares.

Y es que la semilla del "oro negro" de batea se desarrolla prácticamente en las mismas rocas que el percebe, de ahí que los trabajos de recolección también entrañen un considerable índice de peligrosidad.

Los productores mejilloneros deben aprovechar los episodios de bajamar, y sobre todo las jornadas de mar en calma, para extraer alrededor de 3.500 kilogramos de cría para cada parque de cultivo flotante, lo cual representa alrededor de once millones de kilos en el conjunto de Galicia.

Tienen de plazo para hacerlo hasta el 30 de abril, si bien es cierto que, dependiendo de cómo evolucione la recolección a lo largo del invierno, la Consellería do Mar puede autorizar una o varias prórrogas para favorecer estos trabajos hasta mayo o incluso finales de junio, como ya sucedió en numerosas campañas anteriores.

Todo va a depender de las condiciones meteorológicas y oceanográficas reinantes en las próximas semanas, pues en caso de que se registren fuertes temporales la campaña de la mejilla se ralentiza notablemente o incluso se ve paralizada, de ahí la necesidad de las prórrogas.

Incluso están justificadas si con la llegada de la primavera se registran fuertes episodios tóxicos que generen cierres prolongados de bateas a la extracción, ya que esto impediría sacar al mercado mejillón comercial y en este supuesto podría no haber sitio suficiente en los viveros para colgar las cuerdas de cría.

Como se explicó en otras ocasiones lo que hacen los bateeiros y quienes les ayudan en esta compleja tarea de recolección es "raspar" de las rocas la semilla precisa para cada batea. Lo hacen accediendo desde tierra firme o bien desde el mar, con ayuda de lanchas y al más puro "estilo percebeiro".

Una vez en las rocas la cría recogida es introducida en capazos o sacos de malla que son depositados en las lanchas o los remolques de los vehículos desplazados por tierra.

El siguiente paso es depositar esa cría en los barcos auxiliares de acuicultura, y una vez abarloados a la batea de turno se utiliza la máquina encordadora, que puede situarse tanto en la cubierta del buque como sobre el emparrillado del propio vivero flotante.

Se afronta así el proceso de encordado, consistente en sujetar la cría recogida en las rocas a las cuerdas de la batea, para lo cual se emplea una fina red biodegradable que sirve para sujetar al pequeño mejillón hasta que crezca lo suficiente para agarrarse por sí mismo, con ayuda del viso. Para que le sea más fácil dentro de unos meses se hará el "desdoble", que consiste en deshacer esas cuerdas para dividir el peso de cada una de ellas en dos o tres diferentes que, tras ser encordadas de nuevo, regresan al agua.