El Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI, por las siglas en inglés de Bottlenose Dolphin Research Institute), alerta sobre la presencia de microplásticos y todo tipo de productos contaminantes en las aguas gallegas que constituyen una amenaza para los mamíferos marinos, las aves, la pesca y para el propio causante de la situación, el ser humano.

Como también alude dicho centro de investigación a las amenazas que pueden constituir actividades como la pesca para los delfines y otras especies.

Es cierto que en los últimos años se habla de una creciente presencia de delfines e incluso ballenas en las Rías Baixas. Pero también lo es que esta aparente abundancia puede deberse a que ahora existen más y mejores medios y programas para su localización, identificación y seguimiento.

Puede, en realidad, que las poblaciones de mamíferos marinos no sean mayores, sino, simplemente, que ahora estén más controladas que antes. Y es que, como sucede con otras especies en el medio terrestre, tales como el lobo, el oso y tantas otras, los cetáceos también sufren las consecuencias de la actividad humana.

Esta es una de las conclusiones que pueden extraerse del nuevo trabajo científico presentado por Bruno Díaz López, el biólogo ferrolano asentado en O Grove que en esta localidad arousana desarrolla un programa de investigación de relevancia internacional al frente del BDRI.

Este centro de investigación y formación académica se dedica al estudio de la ecología y comportamiento de cetáceos como delfines, ballenas y marsopas en Arousa y el conjunto de las Rías Baixas gallegas.

Dicho trabajo completa el realizado con anterioridad por el propio Bruno Díaz en el Mediterráneo, donde durante una década se centró en el seguimiento de los delfines y su interacción con el ser humano, especialmente en aguas de Cerdeña.

Son esas investigaciones las que centran el ambicioso proyecto de divulgación científica presentado por el director del BDRI en la prestigiosa revista especializada "Behavioural Ecology", donde reflexiona sobre el impacto del hombre en la sociedad de los delfines.

En dicha publicación, una de las referencias mundiales en zoología y comportamiento animal, Bruno Díaz reflexiona sobre la presencia de los mamíferos marinos entre los humanos, pero sobre todo incide en "cómo estamos arruinando la sociedad de los delfines".

Además de mostrarse "muy orgulloso" por tener esta nueva oportunidad de divulgar el trabajo realizado en el BDRI, Bruno Díaz apunta que dicho estudio se basa en que "los delfines tienen un sistema social complejo, muy parecido al de muchas sociedades humanas".

Lo que hizo, junto a su equipo de trabajo, fue "estudiar por primera vez los efectos, hasta ahora desconocidos, del hombre en la vida social de los delfines mulares, una especie conocida por su inteligencia y un sistema social equiparable en muchos casos con los primates".

Es, apunta, "uno de los trabajos más extensos que se han presentado hasta la actualidad, ya que abarca una década dedicada al estudio del comportamiento de los delfines mulares en el Mediterráneo, observando cómo la pesca y la acuicultura pueden provocar una disminución de las relaciones sociales como resultado de un aumento de la competición entre individuos en un sistema social tan complejo como el de estos animales".

El BDRI ha constatado cómo las actividades humanas "provocan un impacto en el medio ambiente marino", ya que reducen los recursos alimenticios de los delfines. Se genera una situación "no muy diferente a la provocada por el hombre en el medio terrestre, donde se ha eliminado el alimento de muchos depredadores superiores, como por ejemplo sucedió con el lobo en la Península Ibérica tras la eliminación de ciervos, corzos y otras especies que les sirven de alimento". Esto hace que los lobos "se vean forzados a capturar otras especies, en muchos casos concentradas en zonas determinadas como granjas, basureros y demás".

En el caso de las poblaciones de delfines mulares, como las residentes en la costa de la isla mediterránea de Cerdeña, "se observó cómo los delfines se aprovechan de su gran flexibilidad comportamental para aprender y sacar ventaja de las actividades humana, por ejemplo mediante la captura de peces enmallados en la redes de pesca o directamente capturando especies que son cultivadas en las granjas de acuicultura".

Estas situaciones, en buena lógica, modifican el comportamiento de los mamíferos marinos y dan lugar a una adaptación que puede parecer una ventaja. Pero lo cierto es, según muestra el estudio de Bruno Díaz, que al generarse un aumento del número de ejemplares en la zona, con un incremento poblacional de casi un 39% anual, aumentó también la competitividad entre los arroaces, "y a largo plazo causó una disminución de casi el 40% de las interacciones sociales entre individuos".

Es un dato que preocupa al biólogo, ya que "la cooperación y las relaciones sociales entre individuos juegan un papel primordial en la vida del delfín mular, como sucede con la especie humana".

Lo que sucede es que al verse mermada la interacción entre individuos "como consecuencia del impacto del hombre en el medio marino, aumenta el riesgo para la supervivencia de la especie".

Algo que debe ser tenido en cuenta en Galicia, ya que "existen muchas similitudes" entre las poblaciones de delfines mediterráneos y las presentes en las Rías Baixas, donde los mulares también se alimentan del pescado que queda atrapado en las redes, "por lo que puede deducirse que este tipo de comportamiento quizás se deba también a una reducción de las presas naturales del arroaz a causa de la acción del ser humano y de la no siempre adecuada gestión pesquera", sentencia Bruno Díaz López.