Fernando Oubiña pasó este fin de semana uno de los tragos más amargos de su vida, al ver como la casa de su hijo era devorada por las llamas. Él vive al lado, y fue prácticamente el primero en llegar al incendio, dado que su hijo estaba pasando unos días en Austria. Señala que la pérdida de la vivienda supone lógicamente un mazazo económico enorme, y la lógica incomodidad de realojarse en otro lugar durante un tiempo, pero plantea que "lo más doloroso es perder los recuerdos".

Señala que tuvo que ser todo muy rápido, dado que una familia que vive cerca llegó a casa sobre las 1.30 horas de la madrugada del viernes al sábado, y no vio nada. "Y aún estuvieron algún tiempo fuera", añade. Él mismo había estado entre las 9.00 y las 9.30 horas, pues había ido a echar de comer a las gallinas que tienen su hijo y su esposa. "Y no vi nada extraño". Unas horas después, a las 3 de la mañana, el incendio era de tal magnitud que un vecino llamó al servicio de emergencias del 112 al ver una columna de humo.

Si bien por el momento se desconoce el origen de las llamas, la hipótesis que se puso sobre la mesa inicialmente es la de un cortocircuito eléctrico. Pero Fernando Oubiña recela. "Yo tengo mis dudas porque la instalación eléctrica era nueva y estaba ya preparada para una casa de madera. Lo único que estaba funcionando en ese momento era el frigorífico, y los limitadores estaban preparados para saltar a la mínima".

La casa está cerca de la playa fluvial de Paradela, y se encuentra en una parcela sin cierre donde hay otros dos bungalós, que los propietarios emplean para otras actividades domésticas distintas de las de vivienda. Ninguna de estas dos construcciones anexas sufrió daños gracias a la intervención de los bomberos, que tardaron unas cinco horas en apagar las llamas.

Durante la mañana de ayer, un agente de peritajes de la compañía de seguros estuvo en la casa, pero Fernando Oubiña señala que "ha quedado todo calcinado", y que no será fácil establecer con rotundidad la causa del incendio.

Ayer, el padre de uno de los dueños de la casa, mostraba su dolor por lo sucedido, y ponía el acento en que no solo se ha perdido una vivienda, cuya reconstrucción costará mucho dinero, sino cientos de objetos, "que eran parte de la vida de mi hijo y su mujer".

"El golpe es muy duro, porque se han perdido cosas irrecuperables, que nunca más volverán. Claro que la casa es importante, pero también lo son todos los libros que tenía mi hijo, y que le encantaban, sus instrumentos musicales, cartas y fotos que tenía guardadas como oro en paño. Todos esos objetos y recuerdos eran parte de su vida. Perder eso es lo que más duele".

El material de construcción hizo que las llamas de extendiesen a toda velocidad, hasta el extremo de que solo quedó en pie una divisoria de ladrillo. Eso sí, se habían tomado precauciones para evitar los efectos de un eventual incendio.