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Tres paradas en Rubiáns, Portas y Portela

Tras polémicas, discusiones, comentarios de prensa, lucha en las Diputaciones provinciales y entre los municipios, Juan Flórez presenta una solicitud de concesión, comprometiéndose la Diputación de Pontevedra a la concesión de 6 millones de reales. Los problemas siguieron, y Flórez cede la concesión a la Compañía del Ferrocarril de Medina del Campo a Zamora.

Mientras tanto, la conexión sur de Pontevedra va avanzando y a finales de 1884 las obras de Vigo a Pontevedra están muy avanzadas y el 16 de mayo de 1885, el tren llega desde Vigo a la estación de Pontevedra, construida en lo que hoy es la Plaza de Galicia. Pero, ¿que pasaba con las obras que deberían unir Carril con Pontevedra?, o lo que es lo mismo, la unión de Pontevedra con Santiago, para formar el tramo que con los años se transformaría en el Eje Atlántico, uno de los más rentables de España.

La línea de Carril a la capital de la provincia, se estimaba que tendría un recorrido de aproximada de unos 33 kilómetros. En principio, la concesión la adquiriría el abogado de Caldas, José Salgado Rodríguez, propietario junto con su hermano Laureano del 66 por ciento de la Azucarera Gallega de Portas. Era una clara propuesta en favor de la azucarera ante la gran demanda del glúcido tras la pérdida de Cuba -abastecedora hasta entonces del azúcar que se consumía en España-, con una inversión de 3.300.000 pesetas, una gran fortuna en aquellos años.

El historiador del ferrocarril gallego, Tomás Cavanna comenta que "los Salgado pretendían aprovecharse de la necesidad de buscar nuevos abastecedores de azúcar y disponía de una capacidad para 60.000 toneladas al año. La idea no era mala, pero también la tuvieron otros, y entre 1900 y 1902 se abrieron en España nada menos que 24 nuevas azucareras, con una capacidad de producción de 120.000 toneladas anuales, cuando el consumo nacional no pasaba de 30.000. Tampoco fue pequeño el inconveniente de que en Portas nadie hubiera plantado nunca remolacha, y pese a que los Salgado arrendaron 1.500 ferrados de tierra para cultivarla, el ejemplo no cuajó, y la empresa tuvo que cerrar en 1903".

Lo cierto es que mucho antes de que se iniciaran las obras, que entre otras condiciones, exigía la construcción de una estación en Portas, desde el inicio de los años 80 hubo una verdadera trifulca entre autoridades y pueblo llano por la intención de llevar la vía del ferrocarril por el interior o por la costa, o lo que es lo mismo por la zona de Cambados o por la de Caldas, y tanto ruido hizo la discusión, que hasta la propia revista, "La Ilustración Gallega y Asturiana" se ocupó del asunto, llegando a calificarlo, de "tan perjudicial como vergonzoso".

Lo cierto es que venció el interior, pero como hemos visto, por un motivo más económico y privado del que se imaginaban los contendientes. El ya citado Cavanna comenta que "algunos historiadores sostienen que Cambados rechazó el ferrocarril por el empeño de algunos concejales en que no se alterase su fama de "ciudad de reposo", ¿Cómo se podría dormir la siesta con el paso del tren?"

Como los gastos de construcción eran enormes, el gerente de la compañía del ferrocarril, y abuelo del Nobel, Camilo José de Cela, Juan Trulock, le escribe al Ayuntamiento de Santiago solicitando una ayuda económica, teniendo en cuenta los grandes beneficios que obtendría Compostela con una línea que pasando por Pontevedra llegaría a Vigo. Como el alcalde de Santiago no le contesta (en más de una ocasión) Trulock decide como castigo llevarse las oficinas de la compañía de Santiago a Vilagarcía.

Esta actitud ya endémica e histórica entre los alcaldes, de, con frecuencia, no contestar a las sugerencias o peticiones de los ciudadanos, que la costumbre ha convertido en normal, realmente lo que significa es, por lo menos, un desaire hacia ellos, cosa que por desgracia no hay que ir muy lejos a buscarlo, ya que por supuesto, también ocurre en Vilagarcía.

Las obras del ferrocarril se fueron acelerando y para 1889 estaba terminada la nueva conexión que unía Santiago con Pontevedra, y pomposamente, el Ayuntamiento de Compostela incluye la inauguración del nuevo tramo entre sus fiestas de verano, pero como Trulock no olvidaba el desaire del alcalde compostelano al no contestar sus cartas de petición económica, mientras el tal alcalde, hablaba y se quejaba de la tardanza de las obras. La venganza estaba clara: el Ayuntamiento había anunciado su inauguración, con asistencia de autoridades para el día 22 de julio. Entonces Trulock dice que falta algún detalle para la inauguración, por lo que se suspenden las conmemoraciones.

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