La concejala de Medio Ambiente de A Illa, Gabriele von Hundelshausen no se da por vencida, y seguirá insistiendo hasta que los vecinos asuman que las toallitas húmedas arrojadas por los inodoros son muy perjudiciales para las redes de saneamiento. Por ello, la visita a una estación de bombeo de aguas residuales próxima a O Cabodeiro fue una de las principales actividades organizadas ayer por el Ayuntamiento con motivo del Día Internacional del Saneamiento.

El punto de encuentro era la playa de O Cabodeiro, y estaba previsto realizar una limpieza de la playa, para que las familias vean con sus propios ojos la ingente cantidad de residuos que van al mar. Pero más allá de esta limpieza del arenal, que se realiza periódicamente en otros lugares, la propuesta de la edil Von Hundelshausen iba más allá. Ella quería mostrar a los vecinos un lugar que habitualmente se esconde al público, como es una estación de bombeo de aguas residuales.

Uno de los objetivos era el de mostrar a los ciudadanos en qué medida las toallitas húmedas pueden llegar a bloquear las máquinas de estos bombeos. Esto se debe a que por mucho que en los paquetes se indique que son biodegradables, en la práctica el material tarda un tiempo en descomponerse. Y mientras no lo hace puede llegar a obturar los sistemas de depuración.

El resultado es que hay que realizar un mantenimiento de la red muy exhaustivo -y en consecuencia muy caro-, y que incluso de vez en cuando se producen vertidos de aguas sin depurar, porque la red es incapaz de absorber todo el agua que le llega, y ésta sale por los aliviaderos.

En un municipio como el de A Illa, donde la práctica totalidad de la economía depende del buen estado del agua del mar, estos vertidos pueden llegar a significar una soga al cuello para cientos de vecinos. "Son daños económicos y ambientales que pagamos todos", recordaba la edil del gobierno en un comunicado.

Pero no solo las toallitas atascan las redes. También lo hacen los bastoncillos de los oídos, las lentillas, la lejía o los detergentes.