La comunidad escolar del colegio Julia Becerra Malvar, de Ribadumia, tiene un problema muy importante relacionado con el embotellamiento de coches que se produce junto al centro a la hora de entrada y de salida de las clases. Un problema que no solo se traduce en incomodidad para los conductores, sino también en riesgos para la seguridad de los propios niños. Pero la asociación de padres de alumnos puso en marcha el lunes pasado una iniciativa para aliviar esta situación.

Se llama "Camiño Seguro". En esta primera fase, un reducido grupo de padres acompaña a los niños de ocho años o más, que van en grupos grandes al colegio vestidos con ropas reflectantes. Básicamente, los padres les ayudan en los cruces que puedan ser problemáticos. En un futuro, el objetivo es que los niños puedan ir solos.

La presidenta de la Anpa, Gimena Barragán explica que el proyecto surge de una propuesta del concejal Enrique Oubiña, y uno de los primeros pasos que dieron fue el de asistir a unas charlas sobre la materia en Pontevedra, y ver la experiencia que está llevando a cabo un colegio de O Grove. "Lo que vimos allí nos encantó", relata la presidenta de la asociación.

Asegura que el "Camiño Seguro" nace fundamentalmente con dos objetivos. El primero y más acuciante es fomentar que los niños vayan caminando al colegio, con la esperanza de que de ese modo se reduzca la presión de coches que hay todas las mañanas en el entorno del centro educativo. "Queremos sacar de allí el mayor número posible de coches, porque ahora mismo tenemos un problema muy grande de seguridad vial".

La segunda meta que persigue la Anpa de Ribadumia es que los niños "ganen autonomía". "Toda la vida se fue andando al colegio", indica Gimena Barragán.

Además del colegio grovense Rosalía de Castro, los "caminos seguros" ya existen desde hace años en Pontevedra, y el colegio Antonio Magariños de Cambados probó la experiencia el curso pasado. Cuando, hace un par de años, el pedagogo Francesco Tonucci visitó la provincia de Pontevedra, invitado por la Diputación, una de sus propuestas para mejorar la educación fue precisamente la de establecer este tipo de caminos, para que los niños acudan en grupos a la escuela, promocionando su autonomía personal y, de ese modo, mejorando su autoestima.

En los "caminos seguros", los niños van acompañados de un número reducido de adultos, pero son los propios escolares los que, vestidos con chalecos reflectantes, se colocan en cruces o pasos de peatones con señales de tráfico para ayudar a sus compañeros a cruzar camino del colegio.