Los trabajadores de la Residencia Valle-Inclán de Vilanova de Arousa emitieron ayer un comunicado en el que aseguran estar "indignados" con la Confederación Intersindical Galega y con el Servicio de Inspección de la Xunta, a los que acusan de acosarles y de poner a un buen número de residentes al borde "literalmente, de la calle". Los trabajadores fundamentan la acusación de acoso a la Inspección de la Xunta en la gran cantidad de visitas que reciben. "Desde 2013 hemos recibido más de una veintena de inspecciones, las dos últimas en un intervalo de diez días, el 20 de octubre y el 2 de noviembre, una circunstancia que dudamos que ocurra con otras residencias, pese a haberse detectado situaciones de maltrato en alguna de ellas", explican.

Las irregularidades que la Xunta ha detectado "son una mentira, ya que se limitan a cuestiones de carácter menor y siempre relacionadas con cuestiones burocráticas o administrativas, ya que nunca hemos recibido una sola queja por cuestiones referidas al servicio que se presta a los residentes". Pero si algo ha molestado al colectivo de los trabajadores es la carta "en tono amenazante e inapropiado, enviada este mismo mes por la Xunta a los familiares de los residentes". En esa misiva se les requiere a que envíen a sus familiares residentes a otro centro. A pesar de esas amenazas "y de que cada vez son más presionados por la administración, ni uno solo de nuestros residentes ha solicitado el traslado, lo que demuestra la calidad del servicio en esta residencia".

Las críticas no solo se ceban con la Inspección de la Xunta sino que también se expanden al sindicato Confederación Intersindical Galega (CIG), con especial atención en uno de sus responsables en la comarca, Xoán Xosé Bouzas. Para los trabajadores, las declaraciones del sindicalista "son tendenciosas e injuriosas, además de falsas, ya que la CIG no cuenta con datos objetivos para basar esas afirmaciones al no tener acceso a ellos". Es más, tienen muy claro que "la CIG no tiene competencia para fiscalizar las cuentas de la residencia por mucho que les pese, y los 51 trabajadores estamos al corriente de pago de nuestras nóminas y el mantenimiento de las instalaciones es exquisito, gracias a las constantes inversiones que realiza la gerencia".

Consideran "inverosímil que un sindicato como la CIG exija con tanto énfasis el cierre de una empresa, lo que conllevará la pérdida de 51 puestos de trabajo directos, además de perjudicar a un centenar indirectos; queremos conservar nuestros puestos de trabajo, por eso la CIG ya no tiene representación en esta empresa y le pedimos que nos deje en paz". Como contrapunto, ponen de ejemplo el apoyo de los familiares de residentes a la labor del centro, muchos de los cuales nos hicieron llegar sus muestras de apoyo ante las acusaciones e injurias envenenadas de la CIG".

Por último, los 51 trabajadores no dudan en mostrar todo su respaldo y apoyo al director de la Residencia Valle-Inclán, Enrique Martínez, "persona que cuenta con toda nuestra confianza, pues, a pesar de la presión a la que se ve sometido por las constantes injurias y persecuciones políticas y sindicales, nos ha demostrado su rotunda voluntad de luchar por nuestros puestos de trabajo y el bienestar de los residentes".