Hasta 2001, la vida le sonreía a Luz Núñez García. Con 18 años emigró a Suiza, donde estudió Hostelería. De regreso en Galicia, trabajó de recepcionista en varios hoteles y en la Autoridad Portuaria de Vilagarcía. Miembro del equipo del entonces todopoderoso José Luis Rivera Mallo, también fue vicepresidenta de Nuevas Generaciones. Tampoco le fueron mal los primeros años en Canarias, donde llegó a trabajar en hoteles de cinco estrellas. Fue allí, en las Islas Afortunadas, donde su suerte se truncó.

Inició una relación sentimental que tras unos comienzos felices, empezó a pudrirse en 2001. Llegó un momento en que Luz Núñez no aguantó más y acudió a los servicios sociales de Tenerife para denunciar que estaba siendo víctima de violencia de género. Según ella, allí le aconsejaron pasar página y volverse a Galicia. Llena de ira al sentirse abandonada en un momento tan difícil, la carrilexa hizo las maletas y cogió un avión con su bebé y embarazada de otro.

Luz Núñez García, una vecina de Carril de 49 años, es un ejemplo de mujer de más de 45 años, sola y con hijos que es incapaz de engancharse al tren de la recuperación económica. Para ella, el fin de la crisis económica y los datos récord de creación de empleo en octubre en España siguen siendo cuentos chinos. Hace años que ninguna empresa la llama para una entrevista de trabajo estable, y solo ingresa 333 euros al mes en concepto de ayuda familiar, y 270, también mensuales, de la Risga. Afirma que de no ser por la Fundación Amigos de Galicia, algunos parientes o el cura de Carril hace años que habría perdido la custodia de sus tres hijos porque no tendría dinero ni para darles de comer.

Cuando se le pregunta qué piensa de los políticos que sacan pecho con los datos de bajada del paro y con las cifras que, según ellos, demuestran que la crisis es un mal sueño ya enterrado, responde que "la creación de empleo es falsa, porque son contratos eventuales y de formación. Están obligando a la gente a coger empleos por menos de 600 euros al mes. Lo que están haciendo es fomentar la precariedad laboral".

La pescadería

Luz Núñez arribó a Vilagarcía dispuesta a dar la batalla. Con el dinero que había ahorrado en las Canarias cogió la concesión de un puesto de pescadería en la plaza de Vilagarcía. También vendía pescado en Carril, y por las tardes trabajaba de camarera.

Pero una vez más, la vida le asestó un golpe. Las cosas le empezaron a ir mal en el negocio, y en el otoño de 2008 se vio abocada al cierre. Ni siquiera había sido capaz de amortizar el dinero que le había prestado el banco o de pagar las deudas con la Seguridad Social. Ese año, sus hijos no tuvieron Reyes Magos. "Vinieron a casa llorando, diciendo que era injusto, y el mundo se me vino encima". Ese fue el comienzo de su segunda caída en picado.

"Tenía que pagar las deudas y ni siquiera cobraba algo de paro o una ayuda familiar, porque al ser autónoma no me dieron nada. Fueron años terribles. Me desahuciaron tres veces. Tuve que pedir dinero para pagar y fui de furtiva al mar. Pero lo que no iba a dejar era que mis hijos pasasen hambre".

Entonces, alguien le habló de Amigos de Galicia, que entonces era una joven fundación que bailaba entre la promoción de la cultura gallega y la asistencia social, y que hacía un par de años que había abierto una oficina en la Avenida da Mariña, de Vilagarcía.

Luz Núñez fue a verlos, "y desde entonces no me ha vuelto a faltar de nada". Y no solo la ayudaron con alimentos o a pagar algunas facturas. "También me siento acompañada, y muchas veces es más importante el consuelo de sentir que alguien te está escuchando".

La carrilexa y Amigos de Galicia hicieron tan buenas migas que se ha convertido en voluntaria de la fundación -pasa muchas horas en la nave de López Ballesteros preparando las cajas con los lotes de alimentos y de artículos de higiene, o llenando sacos con tapones-, e incluso la representó en un programa especial del concurso televisivo "Atrapa un millón".

"Si no fuese por Amigos de Galicia, hace tiempo que no tendríamos ni para comer", asevera. No tiene, en cambio, tan buenas palabras para las administraciones públicas. De los servicios sociales del Ayuntamiento de Vilagarcía afirma que lo único que se salva es su personal. "Los técnicos son maravillosos, pero no nos arreglan nada. Tienen unos baremos hechos en los despachos que están fuera de la realidad". También se siente estafada por el INEM, porque cada vez que va por allí solo encuentra ofertas para menores de 45 años. "Ahora mismo las empresas miran tu foto del currículo y ya no se molestan ni en mirar la fecha de nacimiento. No les vales. Los mayores de 45 años no les valemos porque a las empresas se les está subvencionando la contratación de menores, y de nosotros nadie se acuerda".

En ocasiones, a duras penas puede contener la rabia, porque sabe que lo tiene todo en su contra: es mujer, tiene tres hijos, no tiene una pareja que pueda corresponsabilizarse del cuidado de los mismos, y ha traspasado la terrible frontera sin vuelta de los 45 años. "Se habla mucho de los drogadictos o de las personas de etnia gitana como grupos en riesgo de exclusión social, pero las madres solas también estamos en riesgo de exclusión". Y, cuenta, con amargura, como se ha quedado fuera de la reciente convocatoria de empleo público del Concello de Vilagarcía. "Entró gente que no lo necesitaba tanto".

Lo que quiere es trabajar

Luz Núñez afirma que lo que quiere es trabajar. Explica que tras cerrar la pescadería intentó meter la cabeza en el mercado laboral de diferentes maneras. Hizo el taller de Hostelería de A Lanzada y quitó el carné de camión en un sindicato. Todo en vano. Lo más que ha logrado en los últimos años fue trabajar para el Ayuntamiento siete meses en 2017 y vendimiar para Pazo de Señoráns, a través de un convenio con Amigos de Galicia. Incluso asegura que "mis hijos son felices cuando me ven trabajar", y que el ánimo se les ensombrece cuando, como ahora, está en casa.

Pero no todo en su vida es amargo. La vilagarciana sostiene que "cuando tienes dinero, te sobran los amigos, pero cuando no lo tienes, te da todo el mundo la espalda. Casi es mejor no tenerlo, así sabes que los que están a tu lado, están de verdad". Y tiene a un puñado de gente a su lado. Cita, por ejemplo, a dos trabajadoras de La Caixa, que después de tramitarle el alquiler en un piso social se hicieron voluntarias de Amigos de Galicia.

Para Luz Núñez, nadie debería olvidar que aún hay gente que se ha quedado en la cuneta de la recuperación económica. "Conozco por su nombre a todos los pobres que están en la calle pidiendo. Y son tan personas como yo o como cualquier otro". Por eso decidió que también ella sería voluntaria.