Como hizo en primavera, con motivo del 53 aniversario del fallecimiento de "La Bella Otero", el gobierno que dirige el conservador José María Bello Maneiro destaca ahora, cuando se cumplen 150 años de su nacimiento, la figura de esta vecina, hija de madre soltera y de un oficial de la Armada griega, sin apenas formación académica, con una hermana gemela y cuatro varones.

Hay que recordar que fue agredida sexualmente cuando solo tenía once años, y aquello marcó su vida para siempre, ya que abandonó Valga y ya no regresaría nunca.

Fue en 1888 cuando conoció en Barcelona a un banquero que le abrió las puertas de Francia, donde se convirtió en una de las mujeres más deseadas del mundo.

La estrella del cabaret parisino "Folies Bergère", que vivió su época de esplendor entre 1890 y 1930, fue sinónimo de glamour y moda. Aquella atractiva artista morena tenía "ojos misteriosos y alma llena de pena", convirtiéndose en musa para el pintor Julio Romero de Torres y un cantante tan afamado en España como Manolo Escobar.

El nombre, la imagen y la historia de Carolina Otero, destacan en el Concello de Valga, incluso sirvieron para bautizar un caro perfume, como también a una variedad de camelia.

Son muchas las anécdotas, recuerdos y vivencias que pueden contarse en relación con esta valguesa de nacimiento que fue enterrada en Niza tras disfrutar en París de sus momentos más dulces, a pesar de que soportó sola y casi en la mendicidad sus últimos meses de vida.

Puede decirse, por ejemplo, que cuando en 1888 llegó a Niza pronto se abrió camino para convertirse en la afamada bailarina que fue, promocionándose como una española cuyos rasgos incluso la hacían parecer una gitana andaluza y aumentaban su exotismo.

Aquello le sirvió no solo para triunfar en Francia, sino que también actuó en Nueva York y realizó giras por otras partes del mundo -como Argentina, Cuba y Rusia-, aprovechando su imagen de bailarina exótica y actriz para conseguir fama internacional.