"Esto no hay quién lo pare", respondía el alcalde grovense, José Cacabelos, cuando a las dos de la tarde de ayer era preguntado sobre el transcurrir de la Festa do Marisco y la afluencia de público, especialmente con motivo del día del Pilar.

"Está siendo una auténtica locura; pero bendita locura", reflexionaba Emma Torres, la edil delegada de Turismo y responsable directa de la organización de la Festa do Marisco. "No cabe un alfiler y sigue llegando gente", explicaba a las cuatro de la tarde.

Aún quedaba un hora más para el cierre de cajas -en horario matinal- y evidentemente a ninguno de ellos le faltaba razón, ya que a pesar de la lluvia el recinto ferial volvía a llenarse "hasta la bandera", las raciones de producto no dejaban de salir de las cocinas en ningún momento y en el acceso al centro urbano llegaron a producirse importantes retenciones viarias, lo cual daba una idea de que el público no dejaba de llegar.

La lluvia no cesaba, algunos productos se agotaban y, a las cinco de la tarde, el resultado no admitía discusión alguna: En una sola mañana se habían vendido casi 21.000 raciones por importe de unos 90.000 euros. Y eso que no dejó de llover.

Pulpo á feira, arroz de mariscos, almejas, empanadas, mejillones, fideos marineros, nécoras, ostras, vieiras, percebes y zamburiñas, entre otras especies, volvían a reinar en el gran comedor de O Corgo.

Aún faltaban las ventas de la tarde, de 19.00 a 23.00 horas, pero visto lo visto, el ambiente que había en O Grove y lo sucedido en años anteriores puede decirse que desde que el día 4 por la tarde se encendieron los fogones se despacharon hasta ayer entre 115.000 y 120.000 raciones, muy cerca ya de las 134.000 con las que cerró la fiesta de 2017.

Aún quedan hoy y mañana para saborear los manjares del "comedor de Galicia" y para que O Grove siga acaparando visitantes.