La tierra volvió a temblar ayer en O Grove y Meaño. Cinco sismos de baja intensidad, el mayor de 2,6 grados en la escala Richter, sacudieron las dos localidades durante las últimas 24 horas, sobre todo por la noche, según los registros oficiales del Instituto Geográfico Nacional.

El enjambre de temblores, como se conoce este tipo de episodios, sorprendió a los vecinos de este espacio geográfico arousano, donde en los últimos diez días se registró una quincena de pequeños movimientos telúricos, siempre de baja intensidad aunque son perceptibles para los vecinos.

Con todo en el Servicio de Emerxencias no se recibió ninguna llamada sobre el nuevo episodio. "Nos enteramos más por las redes sociales y vecinos que a través de Facebook o Twiter cuentan que los han notado, como por la página oficial del centro de sismología del Instituto Geográfico Nacional", explica uno de los integrantes del servicio.

El temblor más fuerte se registró a las cinco y tres minutos de la madrugada del domingo, con una intensidad de 2,6 grados. Entre ellos hubo otro de 2,1 media hora más tarde y uno de 1,9 cinco minutos antes de las siete de la mañana. Ya de día, a las 14.08 horas se produjo otro con epicentro en aguas de O Grove con una intensidad de 2.1.

Es de subrayar que en la inmediaciones, con núcleo en As Covas (Meaño) hace un día que se registró otro seismo de 2,1. Y hace una semana quedaron marcados otros seis más, también de similares características.

En aquella ocasión, uno de los temblores provocó que saltara la sirena de un barco lo que movilizó a los servicios de emergencias. Era una falsa alarma parecida a la del "hombre al agua" en la que no tuvieron siquiera que intervenir al suspenderse el aviso.

En todo caso, los servicios de emergencia llaman a la calma de la población pues son episodios de muy baja intensidad, que difícilmente pueden provocar daños o riesgos para las personas o cosas.

Pero con todo no se puede descartar que el Servicio 112 tenga que exponer recomendaciones a los equipos de emergencias para el caso de que los temblores adquieran una magnitud mayor que, en principio se descarta, si se atiende al hecho de que todos tienen un rango muy parecido.