Es muy joven, pero asegura que ya es mayor de edad. Ha acudido a media tarde a un bar del centro de Vilagarcía para jugar unos euros en la máquina de apuestas deportivas. Le acompaña una chica, igualmente joven. El terminal emite sin cesar carreras de galgos en Inglaterra, y él hace su apuesta. Le gustan los galgos porque ve en directo las carreras, y en cuestión de minutos ya sabe si ha ganado o ha perdido dinero. No tiene que esperar varios días, como sucedería con un billete de Lotería o con la Primitiva. Cuando se le pregunta cuánto dinero puede gastar al mes, responde con una risa nerviosa. ¿Más de cien euros? "Más de cien euros ya los gasto a la semana", contesta.

Los casos de ludopatía, o adicción al juego, todavía son residuales en las consultas de los psicólogos, pero se trata de una patología que afecta cada vez más a los jóvenes. El director terapéutico de Agaja (Asociación Gallega de Jugadores de Azar), Juan Lamas, es claro. "La cifra de pacientes que nos llegan de O Salnés no ha variado en el tiempo, pero sí que está cambiando el perfil. La mayoría de la gente que nos viene ahora no son personas mayores enganchadas a las 'tragaperras', sino jóvenes de entre 18 y 25 años adictos a las apuestas deportivas y el juego on-line".

Agaja es una asociación autonómica que tiene en Vigo su sede para el sur de Galicia. A ella acuden una docena de ludópatas de O Salnés, en busca de una terapia para librarse de la adicción al juego. Para Juan Lamas, el problema irá a más a medida que pase el tiempo, "porque las apuestas deportivas se están socializando y normalizando, incluso a edades muy tempranas". Esto provoca que los jóvenes estudiantes de ESO, menores de edad, no perciban como peligroso el juego en las máquinas de azar. "Tenemos una campaña de prevención en los institutos, y pasamos unas encuestas, en las que hemos constatado que los chavales ya empiezan a jugar cuando son menores de edad, lo cual es ilegal".

Cree que no es peligroso

El joven que apuesta a las carreras de galgos -que pide mantenerse en el anonimato- está convencido de que las máquinas deportivas no son peligrosas. "Hay que saber cuando cortar". La chica que le acompaña, en cambio, matiza que eso no es tan sencillo. "A veces crees que vas a recuperar lo perdido, y lo que pasa es que aún pierdes más dinero", sentencia.

Él dice que nunca juega a fútbol, "porque no se gana tanto dinero", y que el mayor premio que ha conseguido fue de 200 euros. Lo ganó con los galgos.

Un hombre que se encuentra en el mismo bar -y que tampoco quiere dar su nombre- sí cree que las máquinas de juegos deportivos son peligrosas, "por las ganas de recuperar lo que has perdido, y no saber cuando parar". Él sabe de lo habla, pues en una ocasión llegó a gastar 100 euros en un solo día. "Tuve un mal día en el que no me entraba nada, y fue ahí donde me di cuenta de que era peligroso", reconoce sentado a una mesa próxima al terminal. Desde entonces, asegura que "juego con cabeza, sé hasta donde puedo llegar".

Una vez ganó 600 euros en una apuesta combinada de fútbol con partidos de las ligas española e inglesa, que le costó cinco euros. Sin embargo, no cree que el fútbol sea especialmente adictivo. Para él, lo que de verdad enganchan son las carreras de galgos y de caballos. "El truco es que te están poniendo carreras cada cinco minutos, todos los días. Juegas, y si fallas tienes la tentación de volver a intentarlo porque sabes que en cinco minutos saldrá otra carrera".