El atletismo celebró una gran fiesta el pasado domingo en el parque de Castrelos. Allí se celebró una competición muy particular, las 24 horas de Vigo, cita que contó con una destacadísima representación arousana tanto en la modalidad individual como en la de equipos. El objetivo de la prueba era bien sencillo: completar el mayor número de kilómetros sobre un circuito. No tanto así la exigencia del mismo porque el tiempo de carrera eran exactamente 24 horas. Toda una prueba de atletismo extremo que no asustó a los 26 valientes atletas arousanos que se prestaron a participar.

El Club Atletismo Cambados completó un total de dos equipos mixtos de doce componentes para afrontar el desafío. Atrás quedaron muchas semanas de entrenamiento para llegar en las mejores condiciones. Como no podía ser menos en un deporte colectivo hubo que diseñar una táctica. Maxi Oubiña, entrenador del club, fue el encargado de elaborar una estrategia que se basó dividir la formación en cuatro grupos de tres componentes. Cada uno de los tríos tenía dos turnos escalonados de tres horas para aportar su energía turnándose cada componente en series de dos kilómetros.

El resultado demostró la eficacia del plan puesto que uno de los equipos alcanzó la tercera posición final. Al podio se subieron Lucas Pouso, David Martínez, Juan Luis García, Pablo Santos, Sergio Santos, Juan Rivas, Andrés Sueiro, Juan Pintado y José Manuel Lores con Chus Otero, Micaela Santillán y Nuria Santiago que pertenece al Club Punta Cabalo de A Illa.

Maxi subraya además que "pese a quedar terceros fuimos el equipo que más vueltas dio al circuito con 368, pero al aplicar el baremo de la edad media de los corredores salimos perjudicados porque nuestra media es de 40 años y los que ganaron tenían 46 años de media".

Tampoco lo hizo nada mal el otro equipo del Atletismo Cambados que participó en la competición mixta al conseguir décimo puesto entre los 21 formaciones de su categoría. Con la misma táctica que sus compañeros consiguieron un total de 326 vueltas, hazaña que tras un día entero corriendo protagonizaron Óscar Fandiño, Pablo Otero, Juan José Maquieira, Sergio Soto, Lupe Vilar, Ernestina Piñeiro, Mar Pérez, junto a los vilagarcianos Álvaro Carou y David Santos, y los corredores del Punta Cabalo, Abel, Manuel y Cristian.

Pero si destacada fue la actuación de ambos colectivos, lo realizado en la carrera individual por el propio Maxi Oubiña va todavía más allá. El entrenador predicó con el ejemplo a la enésima potencia puesto que compitió hasta el extremo de sus fuerzas para recorrer un total de 161 kilómetros en solitario en unas 24 horas que se le hicieron eternas.

En la que era su primera participación en la modalidad individual, Maxi reconoce que se dejó llevar por un excesivo ímpetu, "empecé demasiado fuerte y lo pagué al final. Acusé dolores de cadera y muchas de las vueltas que di tuve que darlas caminando al final".

Su plan era el de correr de manera continuada durante dos horas y utilizar 15 minutos para hidratarse y recuperar. Y eso mientras aguantaran las fuerzas, "las doce primeras horas llevaba un ritmo muy bueno con ritmos de menos de 5 minutos el kilómetro. Incluso estuve de líder durante muchas horas. Incluso al llegar las tres de la mañana aún estaba segundo después de 15 horas, pero la inexperiencia me jugó una mala pasada y me quedé con peores sensaciones, no por la posición sino por como se desarrolló todo". El cambadés finalizó en la novena plaza entre un total de 31 participantes en esta prueba individual.

Entre esos valientes que se atrevieron al desafío en solitario también estaba Francisco Dios Fernández quien, a sus 49 años, también se embarcó en su primera aventura en un 24 horas. 123 kilómetros fue el total acumulado en sus piernas sobre el parque de Castrelos para finalizar en el puesto 22.

Nadie le dijo a Francisco que iba a tener un camino fácil en esta carrera, pero tampoco se esperaba dificultades añadidas como así sucedió. "En el kilómetro 95 tuve muchos problemas con los abductores. Me atendió el fisio a las dos de la mañana, descansé un poco y me dije que no podía irme de Vigo sin llegar como mínimo a los 100 kilómetros. Alternaba el andar con el correr muy despacio y así hasta las doce del mediodía del domingo".

Su pasión por el atletismo le animó a probar experiencia en esta prueba de resistencia extrema, como antes había hecho en otras competiciones parecidas como la subida a los Lagos de Covadonga. Su sacrificio le costó estar en Vigo con entrenamientos diarios a las seis de la mañana para poder compatibilizarlo con su horario laboral, "si fuera profesional otro gallo cantaría".