Numeroso público asistió ayer a la "rapa das bestas" de A Escusa, en Poio, en donde los ganaderos que crían en libertad a sus caballos en el monte Castrove reúnen a las reses para marcarlas, cortarles las crines y desparasitarlas y vender los potros. Este año se juntaron en el curro de San Ramón un total de 70 crines, un número inferior al de hace años, que se debe a una merma de la cabaña que se cría en libertad en O Castrove debido a diversos factores. Entre los ganaderos hay varios vecinos de Meis.

Este año ha sido el lobo el que ha contribuido de manera especial a que descendiese el número de animales en el curro, según explicaba ayer el presidente de la asociación de criadores José Vidal. Pese al descenso de la cabaña, los ganaderos mantienen la tradición y celebran un curro cuyas actividades se iniciaron el sábado con la reunión de los caballos en el pastizal. El día grande fue ayer con la bajada de caballos al curro, la retirada de los potros y la rapa y marcado de los animales ya por la tarde con la posterior venta de los potros. José Vidal explica que "no hay queja" y los potros se vendieron a buenos precios. Luego se sortearon dos de ellos.

La rapa de los caballos mostrencos del Monte Castrove se mantiene a pesar del declive en el número de las cabezas de ganado que se registró en los últimos años. Aunque este año ha afectado de manera especial al ganado, los ataques del lobo no son la principal causa de este descenso que se explica también por los cada vez mayores requerimientos por parte de la administración a los ganaderos para poder mantenerlos. Los problemas que traen a sus dueños en ocasiones estas reses por los daños que causan en fincas y propiedades es otro de los motivos.

Para asegurarse que sus caballos no son responsables de ningún daño en una finca o propiedad ha habido propietarios que han decidido deshacerse de sus reses en los últimos años. Con todo, los que resisten permiten mantener viva esta tradición y mantienen la actividad en el curro de San Ramón cada año. Una rapa que deja estampas espectaculares como las que dejaron ayer los aloitadores en su lucha para marcar, cortar las crines y desparasitar a sus caballos, antes de que volvieran al monte.

Los ganaderos ven en el cierre de amplios recintos de monte que garanticen que los caballos no van a causar daño en las fincas o irrumpir en las carreteras como la única salida para que se pueda mantener esta tradición, parte de la cultura gallega, sin que los propietarios de las reses se vean en la amenaza de tener que responder por los daños que estos puedan causar al criarse en un régimen de semilibertad, en este caso en las laderas de O Castrove. De lo contrario, estos curros y la cría de ganado en libertad en el monte podría llegar a desaparecer.