Era el asunto más comentado en las aceras en las que los vilagarcianos esperaban el paso de la procesión de San Roque: el cambio de recorrido de la marcha religiosa y de otra tradición, la de la parada que el santo hacía en la intersección entre la plaza de Galicia y Conde Vallellano, donde se lanzaba en su honor una salva de fuegos artificiales. Porque un cambio urbanístico de enorme calado en una ciudad como Vilagarcía, como ha sido la peatonalización de la plaza de Galicia, ha modificado la tradición del recorrido, que en la práctica se ha acortado ligeramente.

Ya sucedió por la mañana, con el rápido traslado del santo desde la iglesia parroquial a la capilla situada frente al instituto Castro Alobre al ritmo del pasodoble "Triunfo", y así volvió a suceder por la tarde, cuando el santo peregrino fue devuelto al templo parroquial de la plaza de España, en una marcha mucho más solemne y pausada.

Vilagarcía era, en ese momento, una ciudad muy distinta a la de unas pocas horas antes, cuando la Festa da Auga daba sus últimos coletazos. Ni siquiera se parecía a la de la procesión matinal, cuando estaba tomada por miles de jóvenes en ropa de baño y blandiendo pistolas de agua. A la salida de la procesión solemne, a las ocho y media de la tarde, ya no quedaban huellas del jolgorio, borradas por las brigadas de limpieza que empezaron a trabajar en la "zona húmeda" sobre las dos de la tarde.

La salida de la procesión la anunció una salva de fuegos artificiales lanzados desde la zona portuaria. Hasta ahora, las bombas de palenque se tiraban pasado el ecuador del recorrido, al llegar la procesión a la plaza de Galicia, y con el santo mirando hacia el mar, al oeste. Ahora, sin embargo, anuncian el comienzo de la marcha.

La comitiva bajó por San Roque y A Independencia, para meterse posteriormente por Edelmiro Trillo hacia la plaza de España. Faltaban unos minutos para las 21.00 cuando el santo llegó al atrio de la iglesia, y de espaldas a la puerta del templo, los fieles asistieron a la interpretación del himno de Galicia, a cargo de la Banda Municipal de Música de Vilagarcía. La procesión, por tanto, se ha acortado ligeramente con respecto a los últimos años, pues antes pasaba por Arzobispo Lago y Castelao después de atravesar la plaza de Galicia.

Fue, en cualquier caso, una marcha de nuevo multitudinaria, tanto de devotos que participaron en ella, como de gente que prefirió observar su paso desde las aceras.

El cuarteto folclórico de Os Terribles de Arousa encabezaba la procesión. Tras ellos, cuatro porteadores, vestidos de con camisa y pantalón blanco, y una faja roja, llevaban sus hombros la imagen de San Roque. Les seguían el cura párroco de Vilagarcía y cientos de feligreses. Muchos de ellos llevaban cirios encendidos, cuyas llamas protegían de la suave brisa de la tarde con capuchones de plástico. Eran muchos también los que portaban en sus varas exvotos, ya fuese de cuerpos enteros o de una pierna, no en vano la iconografía tradicional muestra a San Roque adelantando una pierna en la que tiene una herida.

Tras la procesión, la comitiva se recogió en la iglesia parroquial, donde tuvo lugar la misa.