La acumulación de algas en los bancos marisqueros arousanos constituye un grave problema que causa importantes pérdidas al sector y trastoca sus planes de trabajo. Pero no es la única adversidad a la que debe hacer frente, ya que en esta época del año se intensifica la actividad furtiva en las playas.

En los últimos días se registraron importantes episodios de bajamar, y ya se sabe que esto facilita mucho las cosas a los mariscadores furtivos, que en ocasiones organizados y actuando como bandas delictivas se dedican a asaltar los bancos productivos en las dos orillas de la ría.

Como significativos resultan los daños causados por el conocido como "furtivismo de bañador" o "vacacional", practicado por los usuarios de las playas que aprovechan su baño para extraer ilegalmente especies como la almeja, el berberecho, la navaja y el longueirón.

En relación con esto, la Consellería do Mar sigue adelante con su campaña "No seas pirata; a la playa se viene a gozar, no a saquear", que se desarrolla en playas arousanas de Boiro, A Pobra do Caramiñal y A Illa y que ayer llevó a la titular de dicho departamento, Rosa Quintana, hasta el municipio boirense.

Se desplazó, precisamente, para incidir en la necesidad de que los bañistas respeten los recursos marisqueros, advirtiendo a los turistas de que perjudican al sector e incluso de que ponen en riesgo su salud si consumen productos sin control sanitario.

No está de más resaltar, y así lo hace la propia Xunta, que cada verano el Gardacostas realiza entre 500 y 1.000 inspecciones en los arenales gallegos "en las que incluso se llega a decomisar más de una tonelada de marisco".

Por eso Rosa Quintana insiste en que el furtivismo "es un problema socioeconómico, ya que afecta a los mariscadores profesionales que tienen permiso de explotación, siembran el marisco, limpian las playas y pagan unos impuestos; además de tratarse de un problema medioambiental, porque supone un perjuicio para el ecosistema; y de salud, pues puede suponer un riesgo para quien consume producto extraído y comercializado de manera ilegal, al no haber pasado ningún tipo de control que lo avale".

Pero las algas, la temperatura del agua y el furtivismo no son los únicos problemas para el sector, ni mucho menos. En zonas como Carril (Vilagarcía) y otras próximas a las desembocaduras de los ríos -especialmente si son tan caudalosos como el Umia y el Ulla- ya tuvieron complicaciones en primavera a causa de un exceso de agua dulce que también provocó significativos episodios de mortandad que afectaron tanto a la almeja como al berberecho.