Hacen falta voluntades como las de Beatriz Comendador y la Asociación de Mulleres Rurais de Bamio para cualquier reto que se precie y el que ambas partes han iniciado juntas no deja a nadie indiferente. Se trata, ni más ni menos, de volver a situar a Bamio, y por ende a Vilagarcía, en la cima de las localidades con legado alfarero. Una tradición que "parou as rodas" allá por la década de los años 40, pero que esconde tras de sí enormes atractivos culturales, etnográficos y patrimoniales.

Los petroglifos de Os Ballotes se convirtieron en el punto de partida de todo un descubrimiento que no ha hecho más que iniciarse. Beatriz Comendador, llevaba desde 2011, trabajando en la zona con el grupo de estudios de arqueología, antigüedad y territorio de la Universidad de Vigo, de la que es profesora, pero no sería hasta cinco años más tarde cuando, casi por casualidad, aparecieron algunos vestigios oleiros en manos de la profesora. Fue entonces cuando su inquietud investigadora le hizo entender que ahí había todo un filón de patrimonio, tradición y puesta en valor del lugar que había que sacar del olvido histórico en el que se había sumergido desde la aparición de la modernidad en detrimento de la artesanía.

El proyecto se concretó con la total implicación del colectivo de Mulleres Rurais y aquellas piezas que aparecieron en diferentes terrenos del lugar no fueron más que la llave maestra a todo un mundo alfarero. El primer paso fue la recuperación de la memoria. Comendador Rey recuerda que "empezamos a entrevistarnos con personas mayores y con estudios de reconocimiento del territorio".

Uno de los hallazgos clave en el desarrollo de esta aventura fue un horno en la zona de A Granxa que se conserva en muy buena parte. Los trabajos del historiador Luciano García Alén en la década de los 70 fue otra de las bases de sustentación de una iniciativa que todavía hoy continúa adelante sin ningún tipo de subvención y sufragada únicamente por la voluntad de sus impulsores.

Localizado el núcleo de los louceiros en la zona de la actual farmacia, Beatriz reconoce que le entristece el que no haya allí "una simple placa que recuerde toda la actividad que en esa zona se realizó. Nos gustaría recibir apoyo para que se hiciese algún tipo de memorial y se intente recuperar y dar a conocer que allí había un asentamiento louceiro muy importante". Otros lugares como Buño o Bonxe sí supieron proteger su patrimonio alfarero y convertirlo en una denominación de origen con alcance internacional.

La familia de Vicente "O Pantalla", el último alfarero del que se tiene constancia en Bamio, además de fotos y pequeñas piezas, ayudaron a hilar como se realizaban allí moldes de todo tipo. Y lo aún más curioso es que, al igual que el pulpo de O Carballiño, el barro de Bamio también se traía de otros lares. Todo un camino que se iniciaba en la recogida del barro en la zona de Os Lombos do Ulla y se trasladaba hasta A Laxe para un amasado que tomaba diferentes formas por los louceiros y que secaban en las casas de Tin-Tin, O Pantalla y Don Luciano para enfornarse en A Granxa y marchar a las ferias por el Camino Real con la capilla de San Xoán como testigo de todo el proceso.

"Hay que recuperar todo lo que se pueda" ese es el leitmotiv que mueve al grupo encabezado por la historiadora y que siempre transmite a su equipo de trabajo. Los avances han sido significativos en apenas dos años de investigación y sin apenas medios. "Hemos recuperado fragmentos de loza en distintas zonas y eso nos ayuda a ver la evolución de esos trabajos. En una loza que copia mucho a la loza de Buño", apunta la investigadora.

El rastreo de las huellas de los maestros del barro ha servido para constatar que "como mínimo hace tres siglos que se trabajaba con el barro en Bamio. La documentación anterior a eso ya es muy escasa. En la zona de Punta Remuíño tenemos constancia de que se conservan testares. Realmente hay materiales y un trabajo muy interesante por hacer todavía".

El activo e intenso papel de la mujer en todo el desarrollo del proceso desde su transporte -también de madera para los hornos- hasta su amasado y moldeado, es otro de los valores que fundamentan el camino iniciado gracias a la actitud y voluntariedad de gente que se enorgullece de sus tradiciones y quiere pelear contra el olvido.