Los barcos de pasajeros que operan en el puerto grovense de O Corgo funcionan con absoluta normalidad. El accidente marítimo registrado el miércoles por uno de los catamaranes que integran esta nutrida flota se queda en "un golpe de mala suerte que no debe perjudicar a la imagen del colectivo", explican los armadores.

Es cierto que resultaron heridas seis personas, pero de carácter leve y con magulladuras y algún corte a causa de la caída que sufrieron en cubierta, cuando el "Pelegrín Tres" chocó contra el pivote metálico del pantalán flotante en el que amarra.

Un fallo eléctrico dejó sin gobierno a la nave cuando estaba maniobrando para atracar, como indicó FARO desde un primer momento, y esa avería propició este accidente que no interfiere en absoluto en la actividad de un sector plenamente consolidado como éste, que además de representar uno de los grandes reclamos turísticos de O Grove y de toda la ría puede presumir de ofrecer la máxima seguridad en sus viajes.

Lo ocurrido esta vez fue algo puntual en una actividad protagonizada por una docena de embarcaciones que operan desde hace décadas en O Corgo y transporta a alrededor de 400.000 pasajeros cada año.

Hace dos años, cuando un pasajero que celebraba una fiesta nocturna a bordo de otro catamarán se cayó por la borda, Manuel Álvarez Garrido, como presidente de la asociación que agrupa a las empresas de barcos de pasaje mecas, ya indicaba que "cuando sucede un accidente todos nos lamentamos y lo sentimos, pero no cabe duda de que el porcentaje de siniestralidad es insignificante".

"Ni un hombre al agua"

Para abundar en ello esgrimía que "si tenemos en cuenta que trasladamos a unos 400.000 pasajeros en cada ejercicio y que llevamos treinta años de actividad la conclusión es que se trata de millones de personas que navegaron en nuestros barcos en todo este tiempo sin que ocurriera desgracia alguna".

El propio Manuel Álvarez Garrido, como responsable de Cruceros Rías Baixas, destacaba hace dos años que en más de tres décadas de actividad "no tuvimos ni un hombre al agua; ni siquiera cuando se hacen embarques a veces tan complicados como los de Ons, que nadie se nos cayera al mar en este tiempo es una satisfacción absoluta y un orgullo".

"Sin consecuencias graves"

Lo mismo opinan en "Cruceros Pelegrín", donde lamentan el accidente del miércoles y lo achacan a la "mala suerte", explicando que afortunadamente "no tuvo consecuencias graves" y que la actividad de los barcos que conforman su flota no se ha visto alterada.

Ni siquiera se interrumpe el calendario de trabajo del "Pelegrín Tres", que tras el percance sufrido el miércoles -cuando transportaba turistas del País Vasco y Asturias- hoy mismo tiene previsto zarpar otra vez con nuevos grupos de excursionistas a bordo.

En la misma empresa detallan que la colisión con el pivote metálico "solo causó daños estéticos" a la embarcación, concretamente en la parte alta de su proa.

En realidad fue una suerte que ocurriera así, ya que el pivote frenó el avance de la nave, que además llevaba una velocidad muy baja por encontrarse ya dentro de puerto y maniobrando. De no haber sido así -de no actuar el pivote como freno- la colisión se habría producido con el casco del catamarán contra el propio pantalán -en una línea de flotación más baja-, por lo que los daños quizás habrían sido mayores.

Lo cierto es que, al parecer, ni siquiera se vieron afectados los pasajeros que en ese instante permanecían sentados. Los que se cayeron habrían sido viajeros que se encontraban de pie o levantándose para desembarcar, y que habrían salido despedidos a causa de la colisión.

En cualquier caso, hay que insistir, fue "un accidente menor que ni siquiera es algo habitual, ya que el índice de siniestralidad es bajísimo", explican los armadores.

Y acto seguido detallan que sus naves se someten a "estrictas medidas de control y calidad que garantizan la seguridad de sus pasajeros; además cubiertos por importantes pólizas de seguro".

Esa satisfacción por la seguridad que ofrecen los catamaranes es generalizada entre las navieras, y parece que también entre sus clientes. Al igual que en el seno de la Administración local, donde saben que los barcos de pasaje constituyen una de las grandezas turísticas de O Grove.

En la misma línea se pronuncian turoperadores y hoteleros que trabajan con estas embarcaciones, enviando a sus clientes a diario -en primavera y verano- de viaje por la ría, donde conocen el cultivo de mejillón y ostra en batea, o a destinos concretos como Ons, Sálvora, Cíes, el río Ulla e incluso el Complejo Intermareal Umia-O Grove.

El negocio de los barcos turísticos mecos genera unos ingresos anuales cercanos a los tres millones de euros.

Su actividad da trabajo directo a un centenar de personas, encargadas tanto de la atención de los pasajeros como del manejo y mantenimiento de las naves.