Basta con analizar el volumen de inscripciones para tomar conciencia de la magnitud de un evento como el Campus Pablo Coira. Alrededor de 200 solicitudes maneja un evento que nació hace siete años con una ilusión que no solo conserva, sino que ha sabido acompañarla de mejoras en todos los sentidos.

Precisamente esa perseverancia en el trabajo es lo que ha hecho crecer una iniciativa hasta prácticamente sus límites organizativos. La aceptación y credibilidad adquiridas es de tal calibre que se ha conseguido que miren a Vilagarcía desde muchos puntos del planeta para hacer del esfuerzo, el empeño y la formación el camino elegido para alcanzar la posibilidad de ser el mejor futbolista posible.

Desde el pasado lunes el campo Manuel Jiménez se ha convertido en el terreno donde diariamente, y durante esta semana y la próxima, se entrenen jugadores llegados de lugares tan diversos como Dubai, Estados Unidos, México, País Vasco o La Rioja. Toda una experiencia con el fútbol como motivo, pero que se ve enriquecida con la convivencia entre jóvenes de tan diversas procedencias.

La presencia de Pablo Coira, entrenador de la Spanish Soccer School de Dubai, es el reclamo principal de la presencia de cerca de 30 jugadores llegados del país de los Emiratos Árabes Unidos. Sus ganas de aprender fútbol y vivir intensos episodios formativos han sido factores clave en su decisión de elegir Vilagarcía como lugar en el que pasar una parte muy importante de sus vacaciones.

Desde las diez de la mañana los campos de Fontecarmoa se convierten en talleres para la mejora individual de cada uno de los niños. Para ello se lleva a cabo una logística que nada tiene que envidiar a una sesión de fútbol profesional. Desde el material, a la atención individualizada, pasando por la especificación del trabajo. Todo ello son cuestiones que llevan al jugador a sentir que son muchos los ojos que se fijan en sus detalles técnicos para trabajar en su mejora.

Después llega el turno para la convivencia en las instalaciones del Club de Tenis O Rial en la parte menos futbolística del campus, pero igualmente enriquecedora. Sin embargo, las ganas de fútbol se hacen evidentes a cada momento con el balón siempre rondando los pies de los jugadores. En tiempo de Mundial, la tentación se hace todavía más incontrolable.