Los viticultores están cada día que pasa más preocupados. Las persistentes lluvias y el hecho de que el verano no acabe de asentarse propician el desarrollo de enfermedades como el mildiu y el oidio.
Hay plantas visiblemente afectadas. Empezaron a estarlo hace semanas, y a medida que avance julio lo estarán mucho más, algunas de un modo irremediable, si no cambian las actuales condiciones meteorológicas cuanto antes.
Los tratamientos fitopatológicos aplicados han quedado inutilizados en buena parte de los casos y la presencia de racimos enfermos es cada vez mayor, tal y como sostienen los productores.
A esto se suma la existencia de viñedos invadidos por la vegetación, lo cual impide la aireación y favorece la expansión de plagas, por lo que perder definitivamente la cosecha parece solo cuestión de días en no pocas plantaciones.
Lo peor es que con este tiempo tampoco es posible aplicar nuevos tratamientos fitopatológicos, por lo que solo queda confiar en que remitan las lluvias ya y se instale definitivamente el verano.